En el cerebro, después de la calma viene la tempestad… en forma de jaqueca

domingo, 30 de marzo de 2014


Quienes padecen migraña lo saben. La tranquilidad que sigue a unos días de mucho estrés suele estar interrumpida por una crisis. Es el precio que se paga por el exceso de ajetreo. Ahora un estudio de la Universidad de Yeshiva (Nueva York) publicado en la revista “Neurology” lo confirma: La relajación después del estrés elevado es un disparador aún más significativo para las crisis que el propio estrés. Y el mayor riesgo está en las seis primeras horas de tranquilidad.

Según el estudio, quienes padecen migrañas tienen un riesgo significativamente mayor de que esta aparezca al día siguiente de experimentar una reducción repentina del estrés.

Investigadores del Centro de Cefalea Montefiore y la Facultad de Medicina Albert Einstein de la Universidad de Yeshiva siguieron a 17 participantes mediante un diario electrónico a lo largo de tres meses. En total se hicieron 2.011 registros y de 110 ataques de migraña.

Cada día, los participantes registraron la información sobre los ataques de migraña, nivel de estrés según dos cuestionarios y sus factores desencadenantes de migraña frecuentes, como las horas de sueño, ciertos alimentos, bebidas y alcohol que se consume o el ciclo menstrual. También registraron su estado de ánimo a diario, incluyendo sentirse feliz, triste, relajado, nervioso, vivo y aburrido.

El objetivo del estudio era examinar los factores desencadenantes del dolor de cabeza y para ello compararon los niveles de estrés y su reducción a la hora de predecir la aparición del dolor de cabeza.

Y la conclusión fue clara, explica el autor principal del estudio, Richard B. Lipton: “En las primeras seis horas después la disminución del estrés el riesgo de que aparezca la migraña casi se multiplica por cinco”. Según explica Lipton hay una asociación inequívoca entre la reducción en el estrés percibido y la aparición de la migraña.

Al parecer el cortisol, que se eleva en momentos de estrés y reduce el dolor, es también responsable de la activación de la cefalea durante los períodos de la relajación. Frente a estos datos, la única receta es gestionar adecuadamente el estrés: “Es importante que la gente sea consciente de los crecientes niveles de estrés a que está sometido y trate de relajarse durante los períodos de estrés en lugar de permitir que se produzca una acumulación importante. Esto se puede lograr con el ejercicio, yoga o algo tan simple como dar un paseo o centrarse en la respiración por unos minutos “, aconseja Lipton.

Alteraciones permanentes en el cerebro

Un consejo que conviene seguir, porque ya sea con aura, sin ella o incluso aura sin dolor, la migraña afecta en total a casi el 15% de las personas. Y lejos tratarse de un trastorno temporalmente incapacitante pero benigno, hay estudios que apuntan a que cada crisis puede alterar de manera permanente la estuctura del cerebro.

Un metanálisis llevado a cabo por Messoud Ashina, de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, que se publicó también en Neurology así lo confirmaba el verano pasado: la migraña eleva el riesgo de lesiones cerebrales, anomalías en la materia blanca (responsable de conectar las distintas zonas del cerebro) y altera el volumen cerebral en las personas que la padecen cuando se comparan con las que están libres de este trastorno. Y la asociación fue más fuerte en quienes tienen migraña con aura.

Los resultados mostraron que la migraña con aura incrementa el riesgo de lesiones en la materia blanca en un 68% frente al 34% de la migraña sin aura , en comparación con aquellos que no padecen este trastorno.

El riesgo de accidentes tipo ictus aumentó en un 44% en las personas con migraña con aura en comparación con las crisis sin aura. Y los cambios en el volumen cerebral fueron más comunes en las personas con migraña con o sin aura frente a los controles.

Alteraciones en el flujo sanguíneo

Según un estudio aún más reciente de la Universidad de Pensilvania publicado en “Plos One”, hay una relación entre esta patología y la estructura de las arterias cerebrales. En concreto, la red de arterias que aportan la sangre al cerebro es más probable que esté incompleta en quienes padecen migrañas. Las variaciones en la anatomía arterial conducen a asimetrías en el flujo sanguíneo cerebral que a su vez puede influir en la activación de las migrañas.

La irrigación arterial de la sangre al cerebro está salvaguardada por una serie de conexiones entre las grandes arterias. Se trata de una red vascular con forma de heptágono denominada “polígono de Willis“, en honor al médico Inglés que lo describió por primera vez en el siglo XVII. El polígono de Willis constituye un mecanismo de seguridad en la irrigación del cerebro, ya que gracias a esta unión entre arterias unos vasos pueden suplir a otros en caso de lesión.

Las personas con migraña, y especialmente con aura, son más propensas a tener este polígono de Willis incompleto y por tanto una mayor inestabilidad en el flujo de sangre al cerebro. Y esto originaría alteraciones estructurales del aporte sanguíneo que a su vez contribuye a una actividad neuronal anormal que activa la migraña.

Las anomalías son más prominentes en la parte posterior del cerebro, donde se encuentra la corteza visual. Esto puede ayudar a explicar por qué la migraña con aura más comunes consisten en síntomas visuales como distorsiones, manchas o líneas onduladas “, explica el autor principal del estudio, John Detre.

Los investigadores sugieren que las pruebas de diagnóstico basadas en la integridad del polígono de Willis podrían ayudar a identificar la contribución de este factor en un paciente concreto y a personalizar las estrategias de tratamiento.

Via abcblogs.abc.es

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