No hay salud sin salud mental

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Cuando se padece una enfermedad mental se afecta la capacidad y autonomía para pensar o actuar, hay dificultades para vincularse y limitaciones para alcanzar calidad de vida.

Estas enfermedades afectan a un 10% de la población mundial, siendo las más prevalentes la depresión y los trastornos de ansiedad. Constituyen cinco de las 10 principales causas de incapacidad funcional.

El estigma (del griego “marca invisible”) que sobrevuela a la enfermedad mental lleva a que las personas que la sufren tengan un doble infortunio: padecer la enfermedad y sufrir discriminación, la cual se manifiesta como:

Discriminación pública: falta de aceptación y contención en los ámbitos social y laboral, por lo que estas personas suelen estar reacias a manifestarse y solicitar ayuda.

Banalización del sufrimiento: muchas veces estas enfermedades se consideran afecciones banales, llegándose a cuestionar el sufrimiento de quien la padece.

Deficiente acceso al sistema de salud: sólo entre el 30 y el 50% de quienes sufren depresión accede a un profesional de salud y entre el 8 y el 16% accede a un especialista en salud mental. En países desarrollados menos de una tercera parte de quienes sufren afecciones mentales recibe tratamiento adecuado y en países en vías de desarrollo, solo el 10%.

Menor sobrevida: las personas con trastornos mentales crónicos tienen una mayor frecuencia de enfermedades físicas y expectativa de vida 10 a 20 años menos que la población general.

Discriminación en la asignación de presupuesto en salud mental: hay un deficiente aporte de recursos para su prevención y tratamiento. Ningún gobierno destina más del 10% del presupuesto en salud a la salud mental.
Discriminación en donaciones: las donaciones para la salud mental son una significativa minoría respecto a las donaciones para la salud en general.

La enfermedad mental es considerada como el principal determinante individual de infelicidad, con más influencia en el desarrollo de insatisfacción que la enfermedad física, el desempleo o bajo ingreso per cápita. Y esto no se explica por la enfermedad en sí misma, sino por las falencias en su atención sanitaria y por la no aceptación que la rodea.

Es necesario que políticos y gobernantes ejecuten acciones sanitarias y asignen mayores recursos a la salud mental; que la sociedad tenga una adecuada apertura racional para aceptar a las enfermedades mentales a la par de las físicas; y medios de comunicación que den a estas personas igual atención, visibilidad y respeto que a otros grupos vulnerables.

Via clarin.com

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