¿Por qué sentimos hormigueo en brazos y piernas?

viernes, 18 de diciembre de 2015

Todos hemos experimentado esa sensación de cosquilleo en manos o pies como si cientos de pequeños objetos nos estuviesen pinchando.

Al ocurrir, la piel se siente un poco entumecida y pareciera que no pudieras sentir nada, más allá del hormigueo.

Así, por ejemplo, cuando tu pie se “queda dormido” puede resultar un poco incómodo ponerle todo el peso de tu cuerpo.

No es algo muy doloroso, pero tampoco especialmente agradable. Sin embargo, si esperas un minutos y sacudes tu extremidad dormida, la naturaleza punzante de la sensación terminará desapareciendo.

La sensación en sí misma es denominada formalmente como “parestesia” y la relativamente inofensiva variedad descrita arriba es apropiadamente conocida como “parestesia temporal”.

Cuestión de nervios

La biología detrás de esa sensación de cosquilleo y hormigueo es, en realidad, bastante simple.

Hay nervios por todo el cuerpo, autopistas biológicas cuyo trabajo es transmitir información entre el cerebro y el resto del cuerpo.

Si pones demasiada presión sobre uno de tus brazos o piernas –algo bastante fácil de hacer porque nuestras extremidades son largiruchas– podrías pellizcar los nervios que las recorren.

Al mismo tiempo, también estás poniendo demasiada presión sobre los vasos sanguíneos que irrigan esos nervios, como si prensaras una manguera para impedir que fluya el agua.

Eso provoca que tu cerebro quede privado de la información que espera de esos conjuntos de nervios.

Y los propios nervios no están recibiendo la sangre oxigenada que necesitan desde tu corazón.

Luego, al aliviarse la presión, la sangre fluye de vuelta a tu extremidad y los nervios comienzan a disparar información hacia y desde el cerebro.

Alfileres y agujas

Unos experimentos en la década de los 30 y 40 ayudaron a los investigadores a entender la progresión de la sensación.

Por suerte, es bastante fácil hacer dormir una extremidad. Todo lo que necesitas es un tensiómetro para apretar el brazo o la pierna del participante, hasta alcanzar una presión más alta que su tensión arterial sistólica.

Eso fue lo que precisamente hicieron un par de investigadores de la Universidad de Oxford en 1946.

Comenzando uno o dos minutos después de aplicar la presión y, comprobadamente, prolongándose por tres a cuatro minutos, se produjo una sensación que denominaron “hormigueo de compresión”.

Los participantes la describieron como “una ligeramente agradable sensación de agua con gas”, un “zumbido” o un “suave cosquilleo”.

Algunos sintieron que tenían “hormigas corriendo hacia arriba y hacia abajo dentro de la piel”.

La segunda etapa, que usualmente comienza diez minutos más tarde, fue descrita como un “suave adormecimiento”. Esa sensación dura mientras persista la presión sobre el nervio de la extremidad y la irrigación sanguínea.

Finalmente, después de aliviarse la presión, llega la tercera etapa conocida como “liberación del pinchazo”, que suele ser descrita como si se tratara de “alfileres y agujas”.

Como destacó el fisiólogo George Gordon en la revista Nature en 1948, “la intensidad y el número de pinchazos dependen de la longitud del nervio que se está recuperando de cualquier período fijo de disminución del suministro de sangre”.

“Ninguna parte en particular de un nervio está especialmente ocupada de generar los impulsos que dan lugar a este tipo de ‘alfileres y agujas'”, agregó Gordon.

La liberación del pinchazo es típicamente más dolorosa que las dos primeras etapas, pero el aspecto emocional de la experiencia suele describirse con sensaciones de curiosidad o interés.

Duele, pero solo físicamente. La sensación termina desapareciendo, pero normalmente la gente no puede determinar exactamente en qué momento su piel vuelve a sentirse como siempre.

Sensación crónica

Sin embargo, no todas las sensaciones de cosquilleo y adormecimiento son temporales.

La parestesia crónica puede ocurrir como parte de una variedad de desórdenes neurálgicos o a raíz de una lesión nerviosa especialmente traumática, como una quemadura grave.

En un estudio, investigadores del Hospital Hotel-Dieu y la Universidad McGill de Montreal trabajaron con 104 pacientes quemados para buscar comprender la causa del dolor prolongado que sufrían luego de sus lesiones.

Muchos siguieron sintiendo dolor, incluso un año después de completado el tratamiento.

Después de todo, las quemaduras graves suelen implicar la destrucción de nervios y sus receptores, y los tratamientos quirúrgicos vpara esas heridas muchas veces incluyen injertos de piel, que también pueden suponer daños a las células nerviosas.

Casi dos terceras partes de los pacientes en el estudio reportaron una continua sensación de cosquilleo sobre los lugares de las quemaduras y una cuarta parte reportó la más intensa sensación de “alfileres y agujas”.

“El dolor y la parestesia pueden persistir por muchos años después de la lesión“, indicaron los investigadores en la revista Journal of Pain and Symptom Management.

“Puede suceder cada día e interferir con las actividades del paciente como trabajar, dormir y tener vida social”. Es peor que la molestia menor que representan el cosquilleo y adormecimiento para la mayoría de nosotros.

Parestesia y trabajo dental

La parestesia también ocurre luego de la administración de anestésicos locales durante visitas al dentista.

Es algo raro y todavía no está claro por qué ocurre varias posibilidades se barajan.

Puede que la aguja utilizada para inyectar el medicamento accidentalmente toque y luego dañe un nervio, o podría ser por causa de hemorragias hacia la vaina de mielina que cubre la fibra nerviosa, lo cual aumenta la presión.

Alternativamente, la inyección misma podría administrar suficiente líquido para aumentar la presión sobre el nervio o quizás la sustancia química de la anestesia es lo suficientemente tóxica para dañar las neuronas cercanas.

Un estudio de la Universidad de Toronto de 2010 publicado en la revista Journal of the American Dental Association acumuló información de más de 11.000 “efectos adversos” reportados por más de una década a la Agencia de Alimentos y Medicamentos de EE.UU., (FDA, por sus siglas en inglés) tras el uso de uno de cinco tipos de anestesias locales.

De los pacientes que experimentaron algún tipo de parestesia, en el 89% de los casos las sensaciones ocurrieron en sus lenguas.

Imagínate no poder hablar o comer sin sentir un incómoda sensación de entumecimiento y cosquilleo en la lengua.

El resto lo sintió en sus labios. En un caso la parestesia duró hasta 736 días (más de dos años) después del tratamiento dental inicial.

Sabor punzante

Y no son solo las anestesias farmacéuticas las que pueden causar parestesia en la boca, oscilando desde un suave cosquilleo a un doloroso pinchazo.

Los pimientos también lo pueden hacer, gracias a la capsaicina contenida en chiles y pimentones, que transmiten un agradable sabor punzante cuando se suministran en pequeñas dosis.

La pimienta de Sichuan también contiene sustancias llamadas alquilamidas, que proporcionan una “cosquillosa acritud” similar al hormigueo de compresión que precede a la sensación de alfileres y agujas.

Es un efecto tan predecible que los extractos de Xanthoxylum se usan en la medicina popular como anestesia. Las plantas incluso se conocen en algunas comunidades como el “árbol del dolor de muelas”.

La sensación de hormigueo y adormecimiento puede ser una realidad fastidiosa para nosotros, pero es bueno recordar que podría ser algo mucho peor.

La mayoría solo necesitamos que un poquito de sangre fluya para que la irritación simplemente desaparezca.

Via runrun.es

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