Dieta de la mujer durante el embarazo

miércoles, 13 de agosto de 2014


El Instituto de Obesidad (www.institutodeobesidad.com) aconseja cubrir las necesidades nutricionales basándose en tres principios básicos y analiza las consecuencias para el recién nacido y los mitos durante el embarazo.

La alimentación materna juega un papel decisivo en la salud del recién nacido. Por ello, hay que planificar el embarazo desde un punto de vista nutricional, es decir, adoptar hábitos alimentarios saludables previos al momento de la concepción.  Es importante asegurar la disponibilidad de nutrientes para el feto desde sus primeros momentos de vida.

En la mujer ya embarazada, las recomendaciones dietéticas deben dirigirse, por un lado, a cubrir las necesidades nutricionales de la madre y el feto, y por otro, a paliar algunas de las molestias habituales del embarazo.

En cuanto a las necesidades nutricionales de la madre y el bebé, la dieta debe cumplir tres principios básicos: un aporte extra de energía (entre 200/300 Kc adicionales, al objeto de hacer frente al crecimiento del feto y a los cambios del organismo materno, como por ejemplo la formación de la placenta), mantener un equilibrio adecuado entre los macronutrientes (el 50-55% de las Kc deben proceder de los Hidratos de Carbono y el 30-35% de las grasas) e incrementar la ingesta de proteínas, asegurando así el aporte de los aminoácidos necesarios para la formación de los tejido fetales y maternos.

En las recomendaciones dietéticas para paliar las molestias habituales del embarazo, se sugiere: no sobrecargar las primeras tomas del día y consumir pocos líquidos durante las comidas para evitar las náuseas y vómitos; incrementar la ingesta de fibra (cereales integrales, legumbres, frutas y verduras) para asegurar un correcto tránsito intestinal, evitando así el estreñimiento; restringir el consumo de café, grasas y chocolate, que retrasan el vaciado gástrico y que pueden dar lugar a esofagitis por reflujo; así como reducir el consumo de sal para controlar la hipertensión inducida por el embarazo.

Consecuencias para el recién nacido

Los errores nutricionales durante el embarazo pueden tener repercusiones en la salud del recién nacido que pueden perdurar durante toda su vida. Estos errores pueden tener su origen, tanto en el déficit como en el exceso de determinados nutrientes

En cuanto al déficit de nutrientes, el caso más paradigmático es el del ácido fólico (Vitamina B9). Esta vitamina es imprescindible durante las primeras fases del desarrollo embrionario para la formación del tubo neural; el cierre incompleto del mismo comporta espina bífida lo que genera una discapacidad entre moderada y grave. Este tipo de malformación puede evitarse, con la simple suplementación de ácido fólico (400 mg/d tres meses antes de la gestación y al menos unos 600 mg/d durante el primer trimestre).

En el polo opuesto, se sitúa la Vitamina A o Retinol, cuya administración excesiva puede generar graves malformaciones en el feto (concretamente en la cara, paladar y corazón). En cuanto a qué se debe entender por "ingesta excesiva", algunos estudios como los del Departamento de Medicina Preventiva y Epidemiología de la Universidad de Boston, concluyen que el riesgo empieza a partir de las 10.000 unidades diarias. Las gestantes corren el riesgo de superar este umbral al tomar algún suplemento vitamínico que contenga vitamina A y hacer una dieta rica en lácteos e hígado.

Además, de las carencias o excesos de nutrientes específicos, en ningún caso deben realizarse dietas restrictivas, pues un aporte calórico demasiado bajo se asocia con bebés de bajo peso y tamaño al nacer, lo que incrementa el riesgo de sufrir complicaciones perinatales.

Mitos durante el embarazo

El mito más contraproducente en cuanto a la nutrición de la gestante es que "debe comer por dos". Tal y como hemos comentado anteriormente, durante el embarazo se debe incrementar el aporte calórico (sobre todo durante los dos últimos trimestres), pero ello no implica doblar el consumo habitual de la madre. La ingesta de porciones exageradas puede poner en riesgo el bienestar general de la embarazada. El aumento desmedido de peso puede hacerle más propensa a adquirir enfermedades características de esta etapa, como la diabetes gestacional o la hipertensión.

Via saludemia.com

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