En la edad adulta, las personas tenemos que compatibilizar con gran esfuerzo la vida personal y la vida profesional.
Lo cierto es que a veces, el trabajo resta protagonismo a lo verdaderamente importante: la familia. Descubrimos el poder que tiene la familia en momentos de soledad, aislamiento, en una celebración o en un acontecimiento especial.
Pero en el día a día, los resultados y el cumplimiento de unos objetivos en el ámbito empresarial es lo más importante. Tanto que a veces, podemos llegar a sentirnos ahogados en medio de tantas obligaciones. Al mismo tiempo, la desmotivación va en aumento, por tanto, se hace más difícil trabajar con ilusión. El jefe no siempre dedica el tiempo necesario a agradecer a sus empleados el trabajo bien hecho.
La tensión laboral se hace palpable a nivel físico puesto que las emociones como la ansiedad o el estrés llegan a somatizarse con el paso del tiempo.
Por tanto, se trata de emociones que conviene escuchar para poner una solución a la situación. En última instancia, lo más importante es aprender a separar cada ámbito, es decir, no trasladar el malestar producido en el ámbito laboral al campo de las relaciones personales.
Disfrutar durante el tiempo de ocio y del fin de semana es la clave para poder volver el lunes a la oficina con energías renovadas y con otra perspectiva.
Cultivar la verdadera amistad y el amor profundo otorga una visión diferente de la vida y del valor de uno mismo puesto que el aislamiento es uno de los peores castigos que puede sufrir un ser humano.+
Fuente mujer.name
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