Mucho se ha hablado de los beneficios que tiene para la salud consumir un poco de alcohol. De hecho, las recomendaciones más comunes incluyen tomar una copa de vino tinto todos los días. Una copa significa cuatro onzas, no más de esto.
Según estudios, aunque existe alguna evidencia de que en las personas que beben moderadamente aumenta el nivel del colesterol HDL, o colesterol bueno, lo cual tiene efectos secundarios beneficiosos en el sistema cardiovascular completo, no sólo el corazón, la realidad es que, sin moderación, la bebida, incluyendo el beneficioso vino tinto, puede causar serios problemas a la salud.
La intoxicación por alcohol genera alteración del nivel de conciencia, donde se observan cambios de conducta y de personalidad, debidos a que se altera el delicado balance de los neurotransmisores cerebrales. Esto hace que las reacciones sean más lentas o que se sienta más sueño de lo común. Los cambios de conducta y personalidad pueden ser abruptos, e incluyen: depresión, agitación, pérdida de memoria y hasta convulsiones.
En algunos casos, el beber puede ocasionar arritmias cardiacas (fibrilación atrial, taquicardia) en la cual se debilita el músculo cardíaco y muestra síntomas como: dificultad para respirar, latidos irregulares y otros que pueden causar fallo cardíaco. A nivel del hígado, pueden desarrollar hígado graso, que es una de las primeras condiciones que se desarrollan en los bebedores habituales. En ésta el exceso de grasa impide que el hígado funciones adecuadamente, haciéndolo más vulnerable a desarrollar inflamaciones como la hepatitis, entre otras complicaciones.
Si se combina alcohol con opiáceos, como la morfina y la heroína, o ansiolíticos, los efectos son más fuertes, se altera más el nivel de conciencia y los síntomas de retirada son peores. Si bien los beneficios de un consumo moderado son ciertos, es recomendable controlarlo para no degenerar en una adicción.
Fuente: blogdefarmacia.
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