Aunque las técnicas de relajación incluyen muchos y diferentes aspectos, comenzaremos definiendo el término como cualquier método orientado a reducir la tensión física o mental (estrés o ansiedad) de una persona.
Estas técnicas pueden agruparse, dependiendo del uso que se haga de ellas, dentro de las medicinas alternativas, de la psicoterapia o incluso de la medicina tradicional, y en todas ellas están presentes una serie de estímulos beneficiosos para la salud como son la disminución de la tensión muscular, de la presión arterial, del ritmo cardiaco y de la frecuencia respiratoria. Sin embargo, y si bien hay constancia científica de que los efectos que acabamos de nombrar son beneficiosos para la salud en general, no hay evidencias de que todas sean igual de efectivas.
Técnicas para favorecer la relajación hay muchas, unas específicas para lograr este objetivo y otras que la incluyen como parte de sus beneficios. Tienes desde los habituales masajes, pasando por tratamientos de Shiatsu, Yoga, Reiki, las diferentes formas de meditación (incluyendo el rezo), la visualización de imágenes agradables... Por otra parte, tampoco podemos dejar de tener en cuenta que la mayoría de aficiones (o hobbys) llevan implícitas la relajación y la sensación de bienestar, que-en definitiva- es lo que se persigue.
El control de la respiración suele ser uno de los puntos clave. De hecho, para llevar a cabo cualquier técnica de relajación, debes buscar un sitio tranquilo, con pocos ruidos y una luz atenuada, a ser posible tumbados o en una postura cómoda... cuestiones todas ellas que favorecen la llegada de este estado.
Aunque como decíamos, técnicas hay muchas, vamos a desarrollar algunos consejos generales para contribuir a la relajación:
Respiración. Sentado en una posición cómoda y con la espalda recta, cierra los ojos y realiza respiraciones profundas desde el abdomen. Ponte una mano en el estómago y toma el aire por la nariz y échalo por la boca, notando como se mueve la mano al tomar y echar aire. A diferencia de la respiración con la parte superior del pecho, desde el abdomen se inhala más oxígeno y se disminuye el latido cardíaco y la presión arterial, así como se tiende a relajar también el tono muscular.
Tensión muscular. Aflójate la ropa o ponte ropa cómoda, quítate los zapatos y adopta una postura en la que estés a gusto, bien sea sentado o tumbado. Tras los ejercicios de respiración antes comentados, centra tu atención en diferentes partes del cuerpo, tensa estas partes durante 5 o 10 segundos, y a continuación relaja la tensión. Empieza con los pies (uno a uno), ve subiendo por las piernas, abdomen, espalda, cuello...
Visualización. Puedes empezar con los puntos anteriores, primero la respiración y luego relaja los músculos. La técnica de visualización consiste en imaginar una escena en el que te notes "en paz". Imagina este lugar e intenta no sólo verlo, sino olerlo, sentir el viento, notar todo lo que te rodea como si estuvieses allí presente. Conviértete en un espectador, no en un crítico, y disfruta de la experiencia.
Estos puntos, en conjunto o por separado, puedes realizarlos casi en cualquier momento y lugar del día, sólo necesitas estar un rato contigo mismo y olvidarte del resto.
Y si ya buscas una ayuda suplementaria en forma de masaje o similar, empezar con técnicas de respiración, de relajación muscular y de visualización te ayudarán a que el masaje sea más placentero y aproveches antes sus beneficios.
Via seguros.elcorteingles.es
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