Artrosis
Las articulaciones son las zonas en que un hueso se une a otro y para evitar el rozamiento excesivo entre ellas la naturaleza ha desarrollado una capa especial llamada cartílago.
El cartílago sano debe tener una consistencia suficientemente elástica para soportar las fuerzas de impacto entre los huesos; y presentar una superficie lisa para resistir las fuerzas de deslizamiento.
La artrosis es la pérdida por desgaste de la cubierta de cartílago articular. En la mujer madura es frecuente su aparición en la columna vertebral, cadera y la rodilla, sin que la paciente recuerde ningún accidente previo. Es la llamada artrosis primaria, sin causa clara pero con una serie de factores que predisponen a padecerla, como es la obesidad.
La artrosis secundaria por el contrario se debe a una lesión previa, bien única y brusca o bien por trabajos repetitivos. La consecuencia es una pérdida de la lisura de la superficie o del grosor de la capa en una determinada zona de ese cartílago. Con el tiempo esas irregularidades iniciales actúan como un “papel de lija” sobre el cartílago restante, desgastándolo.
Una lesión típica es la llamada “rizartrosis”, que afecta al pulgar. Una articulación artrósica duele al comenzar a moverla y si persiste el ejercicio disminuye el dolor para seguidamente aumentar más. También se va reduciendo la amplitud del movimiento y se notan crujidos. Metafóricamente hablando equivale a una puerta con las bisagras roñosas: cuesta más abrirla, chirría y no se abre del todo.
El tratamiento inicial suele ser conservador, mediante ejercicios permitidos y prohibidos, y analgésicos; en determinadas articulaciones puede ser útil la inyección articular de lubricantes especiales, como el ácido hialurónico o de antiinflamatorios derivados de la cortisona. Los casos rebeldes o muy avanzados se intervienen quirúrgicamente, en operaciones que varían según casos y localizaciones, culminando en la implantación de prótesis en cadera y rodilla; y fusión de huesos en tobillo, pie y mano.
De origen mecánico
Se asocia a la artrosis.
Por una infección
Bien a causa de heridas en la zona o bien por gérmenes que llegan por la circulación sanguínea desde otros sitios (caries, etc).
Por depositarse residuos del metabolismo
Como en la gota, producida por acumulaciones de ácido úrico y relativamente frecuente en la mujer madura. Típicamente la inflamación afecta al dedo gordo del pie, que por la noche comienza a enrojecer, hincharse y provocar un dolor intenso, que aumenta hasta el simple roce con las sábanas de la cama.
Por enfermedades propiamente reumáticas
Como el lupus eritematoso, que aparece típicamente en la mujer aún fértil; o la artritis reumatoide, que suele comenzar en edades más maduras. Estas enfermedades están causadas por una alteración en las defensas del cuerpo, que se ataca a sí mismo, produciendo anticuerpos contra múltiples tejidos del organismo.
Artritis
La articulación entre dos huesos está rodeada por un saco o “cápsula articular”, reforzada por unas cuerdas o ligamentos. La superficie interior de la cápsula está recubierta por una membrana que produce líquido nutritivo para el cartílago.
La artritis es la inflamación de esa membrana. Se produce entonces más líquido del normal, que se acumula deformándola y provocando dolor (es el “derrame articular”). La membrana se engruesa y desarrolla con el tiempo una serie de vegetaciones y acúmulo de depósitos que perpetúan la inflamación, pasando a llamarse “crónica”.
La artritis aparece por múltiples causas, pero se puede resumir en cuatro grandes grupos:
El tratamiento de las artritis depende de la causa, precisando antibióticos en las infecciones, alimentación adecuada y medicamentos que disminuyan los niveles de ácido úrico en sangre en los casos de gota e inmunosupresores de diversos tipos en los procesos por autoanticuerpos.
Osteoporosis
La osteoporosis supone una disminución de la masa del hueso en relación a su volumen. Dicho de otra manera, el hueso pierde densidad.
En la mujer se relaciona con la disminución de los estrógenos, fundamentalmente en la menopausia, y se potencia si es además fumadora o alcohólica.
Se manifiesta fundamentalmente por dolor crónico en la columna vertebral ante un golpe aparentemente leve, y es el resultado de una fractura en el hueso debilitado.
El tratamiento depende de la causa, pero en general se utilizan medicamentos que reintroducen el calcio en el hueso, además de una adecuada “higiene postural” (posiciones y movimientos que se pueden practicar o se deben evitar).
Lumbalgia-cervicalgia
Tanto la lumbalgia como la cervicalgia son síntomas, es decir, manifestaciones que el paciente sufre y que pueden tener muchas causas. La lumbalgia es el dolor padecido en la zona baja de la columna vertebral, y la cervicalgia, el de cuello.
En la mujer joven y activa se asocia a posturas mantenidas, por ejemplo ante el ordenador. En la mujer madura y anciana son con frecuencia manifestaciones de una artrosis vertebral o de una osteoporosis.
Tendinitis
Los tendones son las cuerdas que unen el músculo al hueso. En la mujer trabajadora son frecuentes las tendinitis crónicas, en las que el tendón se engruesa, pierde elasticidad, se deshilacha y roza con la vaina sinovial que le envuelve.
Suelen ser frecuentes las tendinitis de la muñeca (enfermedad de DeQuervain), de codo (epicondilitis) y de hombro (tendinitis de manguito rotador). La paciente se queja de dolor intenso en diversas posiciones y cuando realiza fuerza con la extremidad.
Inicialmente se tratan con reposo, fisioterapia e infiltraciones; y los casos muy rebeldes requieren una intervención quirúrgica.
Quistes
Los quistes son en esencia burbujas con líquido, cuyas paredes pueden continuarse con las de la cápsula articular (son los típicos gangliones de muñeca y los quistes de Baker en la rodilla) o bien situarse por delante de la rodilla y en la prominencia del codo (son las bursitis: una especie de “airbag” que aparecen en zonas de roce excesivo del cuerpo).
Sólo se tratan si molestan. Se suelen primero evacuar y si vuelven a crecer se extirpan quirúrgicamente.
Lesiones de ligamentos
Los ligamentos son las cuerdas que unen un hueso con otro. Su lesión es el esguince.
Típico de mujeres deportistas y jóvenes son los esguinces de tobillo, que producen dolor en la cara externa del tobillo e hinchazón local y expresan desde un simple estiramiento del ligamento hasta una rotura grave.
Habitualmente con un periodo de reposo (la inmovilización con yeso depende de la gravedad) seguido de otro de ejercicios de recuperación, se consigue la curación, si bien es habitual un periodo de incluso años de molestias por la cicatriz reparativa.
Hallux valgus
El primer dedo del pie se desvía hacia el resto de los dedos, asociando un reborde enrojecido y doloroso que roza con el zapato (el llamado “juanete”).
Suele producirse por tener un primer dedo mucho más largo, asociado al calzado típico femenino de puntera estrecha.
Los tratamientos iniciales se orientan hacia la protección del pie frente a los rozamientos, y en casos rebeldes se procede a la operación de corrección de la deformidad.
Espolón calcáneo
El espolón calcáneo es una prominencia o pincho que se desarrolla en el hueso del talón llamado calcáneo, y se produce por una excesiva y mantenida tensión en una estructura en forma de cuerda llamada fascia plantar.
Es muy importante comprender que la causa del dolor es la inflamación de la fascia (se produce la llamada fascitis plantar) que se trata inicialmente con plantillas e infiltraciones, y en casos rebeldes mediante cirugía. El espolón de hueso en sí no provoca dolor.
Via hola.com
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