Cada vez más personas, y con mayor frecuencia, sufren episodios de temor y preocupación infundados.
Cada vez es más frecuente encontrar a personas preocupadas sin ninguna razón aparente, que reaccionan muy rápido ante las más diversas situaciones, se alteran fácilmente, hacen muchas cosas al tiempo de manera desordenada, mantienen un ritmo acelerado, les cuesta relajarse y hasta conciliar el sueño.
Ellas podrían estar sufriendo de ansiedad. Aunque esta es una respuesta natural de protección de las personas y los animales ante situaciones de amenaza, cambios o incertidumbre, no es normal cuando se vuelve parte de la vida y aumenta en intensidad y frecuencia, provocando sufrimiento y malestar emocional.
Millones de personas sufren de ataques de ansiedad repentinos, y un alto porcentaje ha tenido un episodio de estos en su vida.
La ansiedad es un estado de inquietud que es difícil de explicar porque no se refiere a una circunstancia concreta.
No es algo que ocurre afuera, sino un malestar interno configurado por un conjunto de síntomas. Se vive como una sensación difusa de angustia, miedo y deseo de huir que hace que quien lo sufre no pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.
Por no ser fácil de reconocer puede ser confundida con pereza, falta de iniciativa o exageración. Esto hace que la persona, y especialmente en el caso de los niños, no pida ayuda y se avergüence de su estado.
Los trastornos de ansiedad disminuyen considerablemente la calidad de vida de la persona que los sufre y de quienes la rodean; afectan la salud física y emocional; alteran no solo la forma en que nos sentimos, sino la manera como pensamos, pues los pensamientos se tornan negativos, pesimistas o conflictivos, lo que a su vez alimenta la ansiedad.
También debilitan la autoestima y afectan las relaciones interpersonales.
¿Qué hacer?
No hay una única estrategia para actuar frente a la ansiedad. Esta dependerá del grado de afectación, de la edad y las características de quien la sufre, así como de las condiciones de su entorno. Sin embargo, se pueden tener esto puntos en cuenta.
* Los síntomas de la ansiedad pueden confundirse con los de otras enfermedades o padecimientos, por lo que la revisión médica es el primer paso.
* Si los síntomas persisten de manera intensa y frecuente, la consulta psicológica o psiquiátrica es una intervención terapéutica eficaz.
* La ansiedad no va a desaparecer de un momento a otro. Conlleva un proceso en el que la persona debe tomar conciencia de sí misma y de lo que le está pasando para empezar a cambiar sus respuestas a situaciones normales de la vida.
* Hacer como si nada pasara puede generar más ansiedad. Por eso es importante encontrar vías para comunicar y expresar los sentimientos o ayudar a que otros lo hagan. Por ejemplo, en el caso de los niños, es muy importante que los padres estén atentos a lo que les puede pasar a sus hijos, pues para muchos resulta difícil expresar directamente su estado de ansiedad.
* Es necesario contar con el apoyo familiar y social y entender qué de las relaciones con el ambiente afectan el estado de la persona con ansiedad.
* Se debe tener un método de relajación, como respiración profunda, visualización, relajación progresiva de los músculos, meditación, caminar, escuchar música...
Síntomas para consultar
En la ansiedad se aglutinan varios síntomas físicos, emocionales y psicológicos: no dormir, dolores de cabeza, trastornos digestivos, sudoración, tics, agitación, temblor, mayor tensión muscular, aceleración cardíaca, sensación de ahogo o falta de aliento, palidez o rubor, pérdida de memoria, irascibilidad, rabia, tristeza y llanto sin motivos claros, entre otros.
Distintas formas de sentir
La ansiedad adopta formas diferentes y para identificarlas es importante contar con ayuda profesional, que indique la mejor manera de tratarla.
*Ansiedad generalizada: no se centra en una situación particular, sino que ocurre en forma crónica, sin que la persona sea capaz de discriminar qué situaciones producen exactamente sus síntomas.
*Trastorno de pánico: siente ataques de pánico repentinos y en forma inesperada, recurrente e intensa.
*Ansiedad por separación: preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las figuras de apego importantes o temor a que estas sufran un posible daño.
*Trastornos de estrés postraumático: sentir angustia y miedo por sucesos vividos anteriormente. *Trastornos fóbicos: sentir miedo y angustia asociados a estímulos más o menos específicos (objetos, personas, actividades, sensaciones, etc).
Fuente eltiempo.com
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