Fue en 1984 cuando el psiquiatra sudafricano Norman E. Rosenthal definió por primera vez el Trastorno Afectivo Estacional, (seasonal affective disorder [SAD, por sus siglas]), una especie de depresión que se manifiesta por temporadas, más comúnmente en el Invierno debido a las bajas temperaturas, pero sobre todo a las pocas horas de luz solar.
Mientras que en Estados Unidos se considera que una de cinco personas pueden padecer este desorden, de acuerdo con la Asociación Americana de Psiquiatría, y la cifra se eleva aún más en países nórdicos, en México no existen cifras datos precisos que apunten a que estos factores en específico, mantengan a sus habitantes aletargados, malhumorados y aislados.
La doctora en pedagogía y psicóloga social, Dulce María Pérez Torres explica a SinEmbargo que la serotonina (un neurotransmisor relacionado con la modulación de la ansiedad y agresividad) se ve afectada en esta temporada, “la forma en cómo caen los rayos solares al Polo norte afecta de alguna manera a determinadas personas sensibles a la radiación solar y se deprimen, no todos la vivimos, puesto que algunos no necesariamente requerimos toda la cantidad de sol que estas personas en particular”.
“En Europa este periodo es muy notorio, en México, no precisamente todos sufrimos esta depresión, más bien hay algunas personas que son más susceptibles a la manera de recibir estos rayos solares, pero no son muchísimos, realmente son pocas personas las que tienen este padecimiento, continúa.
Por su parte, Alonso Fernández, doctor en fisiología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), amplía el efecto que la cantidad de luz tiene en el organismo: “Ya en algunos hospitales psiquiátricos, incluido el Nacional de Psiquiatría, a los pacientes se les expone artificialmente a la luz porque esto ayuda a mejorar el estado de ánimo, a los viejitos que se están deprimiendo se les aconseja que salgan por lo menos un par de horas a la calle para que les dé el sol. Se ha visto que la cantidad de sol, que afortunadamente en México es mucha, les ayuda a mejorar el estado de ánimo”.
Entonces en México, un país en el que se trata de “una época del año particularmente brillante porque no llueve, no está nublado, si bien anochece más temprano, son muy poquitas horas las que nos estamos comiendo”, éste no es un aspecto tan relevante, sin embargo, existen otros que pueden llevar a los mexicanos a deprimirse en la última recta del año: el social, el económico y la evaluación personal.
LAS REUNIONES Y LA EXALTACIÓN DE LA SOLEDAD
La Noche Buena, Navidad y las celebraciones por el Año Nuevo, normalmente están relacionadas con fiestas en familia o reuniones con amigos, en donde los vínculos sociales se intensifican, no obstante, no todos encuentran esto motivante.
“Mucha gente no encuentra con quién ir, entonces se compara con otros que sí tienen con quien y eso es lo que causa la depresión, no el hecho de no ir, si no de que el 24 todos pasan fiestas con sus hijos, esposas, padres y los que no los tienen entran en un estado depresivo por comparación”, dice el Dr. Fernández en entrevista.
Explica que este efecto se da en personas cuya soledad normalmente no les importa, pero “en esa época del año la sociedad les hace más crisis, porque no tiene pareja, hijos… y esa noche se encuentran en su casa solitos, lo cual no pasa absolutamente nada, pero la gente se siente triste al no estar acompañada. Ese sería el aspecto social, la comparación de que ‘¿por qué todos tienen a alguien con quién pasar las fiestas y yo no?, lo cual puede desencadenar la depresión”.
“O el simple hecho de buscar con quién pasar las fiestas es algo que muchas veces los lleva a la depresión, porque puede haber negativas de las contrapartes, si yo le hablo a gente que no conozco tan bien, pues igual me dicen ‘mira, mejor nos vemos el 27 porque el 24 lo tengo complicado’, y en esa medida evidentemente estoy entendiendo que no soy bienvenido a esa reunión familiar, justamente porque no soy parte de esa familia o porque no soy una persona amigable, y en esa medida también me enfrenta con mí mismo”, continúa.
“Que la gente se reúna en grupos, en familia, sobre todo para aquellos para los cuales es relevante este tipo de reuniones, pues siempre representa un momento de tristeza si no tienen nadie con quién juntarse. El ambiente social influye en el estado de ánimo, naturalmente”.
¿Y PARA LOS DEMÁS?
De acuerdo con De la Riva Group, empresa de investigación que desde 2012 elabora rankings para medir el estado de ánimo de los mexicanos, en el mes de diciembre se nota un incremento en el sentido de bienestar de los ciudadanos encuestados.
Isabel Campero, directora de estudios de opinión de dicha consultora, dice a SinEmbargo que a fin de año esta alza se relaciona con “las fiestas, el sentido de cercanía, hemos visto que las relaciones sociales, familiares, tienen mucha incidencia en el estado de ánimo y también incide la cuestión económica, en algún momento dado hay más dinero, se recibe aguinaldo, y eso hace que la gente esté más tranquila”.
Campero apunta que de un año a otro existen variantes sobre todo por la situación social que se viva en el país al momento de la encuesta, por ejemplo, en Diciembre de 2012, el 56 por ciento de los consultados reportaron un estado de ánimo muy positivo, debido en parte a que “había una circunstancia de expectativas frente al nuevo gobierno”.
El año pasado fue más alto que el resto de los meses, pero se redujo en comparación con 2012, pues fue el 49 por ciento de los adultos trabajadores encuestados los que dijeron sentirse con buen humor, un estado de ánimo que se forma a través de varios factores: las relaciones sociales y familiares, la cuestión de la economía familiar y también las expectativas sociales.
EL PESO DEL DINERO Y LA CUESTA DE ENERO
Así como los medios de comunicación y las costumbres adoptadas han instituido la época decembrina como una para convivir, también se le ha atribuido un peso comercial, en el que “compartir”, dar regalos, participar en intercambios u organizar fiestas parece más una obligación que una convicción.
Es cuando la cuestión económica, fuertemente vinculada a la social, puede afectar el estado anímico de las personas.
“Mucha gente está envuelta en una dinámica de compras de regalos, de muchos intercambios, cuando no tienen el poder adquisitivo para completar esta expectativa, mucha gente se deprime. Ese sería el tercer factor, que está ligado a los sociales, porque si no voy a muchas fiestas y no tengo reuniones, evidentemente no tengo que dar muchos regalos y en esa medida no gasto tanto dinero”.
El investigador del Politécnico señala que “evidentemente” hay un componente comercial detrás de la Navidad, “que tienes que comprar no solamente para regalar si no para hacer una gran fiesta, lo cual implica gastos muy grandes en bebida y comida, que mucha gente no tiene y no tiene porqué tener, entonces hay que deslindar esta parte amorosa. Para divertir a los niños lo mejor no es comprarles juguetes muy caros, si no sentarse a jugar con ellos con algo relativamente simple, no tiene que ser un juguete extraordinariamente caro, regarles una tarde o noche o todo el día 25, en lugar de estar durmiendo en la cama recuperándose de la cruda”.
Por su parte, la doctora Pérez Torres atañe el malestar al hecho de tener entradas de dinero extraordinarias, directamente proporcionales a los gastos y probables deudas.
“La mayoría de las personas tienen un poquito más de lo que habitualmente tienen en la parte económica, entonces como en la mayoría de las familias, utilizan ese poquito para compartir, muchas quedan sin dinero y eso les afecta porque llegando la primera quincena de enero se dan cuenta de que ya no tienen dinero, están pagando las deudas que adquirieron durante finales de noviembre y diciembre, entonces esto también les va a generar tristeza y depresión, por eso los sitios de empeño llenos”, dice.
“La mayoría de las personas tienen un poquito más de lo que habitualmente tienen en la parte económica, entonces como en la mayoría de las familias, utilizan ese poquito para compartir, muchas quedan sin dinero y eso les afecta porque llegando la primera quincena de enero se dan cuenta de que ya no tienen dinero, están pagando las deudas que adquirieron durante finales de noviembre y diciembre, entonces esto también les va a generar tristeza y depresión, por eso los sitios de empeño llenos”, dice.
La conocida “cuesta de enero” es uno de los motivos principales por los que se pueda dar una situación de depresión, sobre todo para las cabezas de familia, que después de gastar en regalos, vacaciones y pasar los días rodeados de ser queridos, tienen que regresar a la realidad, generalmente con menos dinero en los bolsillos.
Justamente existe un día que estudiosos (y mercadólogos) llaman el “Día más triste del año”, o blue monday en inglés, es decir, el tercer lunes de enero, que generalmente cae del 17 al 21, una fecha en la que el clima, las deudas y el fracaso en los propósitos de Año Nuevo, hace que las personas tengan un nada amable regreso a la realidad.
“La gente se da cuenta que realmente no tiene dinero, que se lo gastó y que esta efervescencia decembrina se ha terminado”, resume la psicóloga.
Por su parte, en los informes de De la Riva Group, también han notado esta baja, pies de diciembre de 2012 a enero de 2013, el estado de ánimo positivo descendió de 56 a 36 por ciento, y gradualmente se empezó a recuperar.
“En enero también hay esa caída, venimos de la euforia, de la fiesta, la diversión, nos sentimos todos amigos, más dinero, todo eso nos pega”, explica Isabel Campero.
VIA .zocalo.com.mx
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