Hay pocas dudas de la influencia de la dieta en el desarrollo de patologías como la diabetes tipo 2 o la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, no hay consenso tan claro entre la importancia de una buena alimentación para salvaguardar la salud mental. Pero cada vez más estudios apuntan en esta dirección.
“Aunque los determinantes de la salud mental son complejos, la evidencia emergente y convincente en favor de la nutrición como un factor crucial en la alta prevalencia e incidencia de los trastornos mentales sugiere que la dieta es tan importante para la psiquiatría, como lo es para la cardiología, endocrinología, y gastroenterología. La evidencia es cada vez mayor sobre la relación entre la calidad de la dieta (y posibles deficiencias nutricionales) y la salud mental”, así de claro lo expresan casi una veintena de especialistas, en un artículo publicado recientemente en “The Lancet Psychiatry” en nombre de la Sociedad Internacional para la Investigación en Psiquiatría Nutricional (ISNPR). Entre ellos, Almudena Sánchez-Villegas, del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
El campo de la psiquiatría nutricional se está desarrollando con rapidez e integra a investigadores de todo el mundo especializados en nutrición, salud mental y epidemiología.
Los enfoques basados en la farmacología han logrado una reducción moderada de las enfermedades mentales. Sin embargo, todo indica que los desórdenes mentales y neurodegenerativos van a ir en alza en las próximas décadas. En especial la depresión y la ansiedad, que generan una importante carga de discapacidad en todo el mundo, explican los investigadores. “El rápido crecimiento de las ciudades y el paso de unos estilos de vida tradicionales, sobre todo en lo que se refiere a dieta, ejercicio y estructuras sociales, están relacionados con el incremento de la depresión y otros desórdenes mentales”, destacan. Esos trastornos mentales irán unidos a otras enfermedades físicas con carácter epidémico.
La dieta, junto con las deficiencias nutricionales, cada vez parece más claro que están relacionadas con la salud mental. De ahí que la prescripción basada en nutrientes específicos se perfile con un gran potencial para ayudar a manejar los trastornos relacionados con el cerebro a nivel individual y poblacional.
¿Y cuáles son esos nutrientes claramente relacionados con la salud del cerebro? Los autores destacan una decena:
Los ácidos omega-3, con potencial utilidad para la trastorno bipolar, depresión mayor, trastorno de estrés postraumático y la prevención de la psicosis. Los Omega-3 están implicados en la modulación de la síntesis, degradación y recaptación de neurotransmisores como adrenalina, dopamina y serotonina. Tienen además efectos antiinflamatorios y son importantes para la formación de nuevas neuronas a través del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) relacionado con la nutrición del tejido nervioso. Los ácidos grasos omega-3, presentes en pescado azul como atún, sardina, boquerón, salmón, caballa o palometa, entre otros, han demostrado un papel protector frente patologías neurodegenerativas como el alzhéimer. .
Vitamina B, en especial los folatos (B9) y la B12, fundamentales para el correcto funcionamiento de las neuronas. El déficit de folatos (vit B9) es frecuente en las personas deprimidas y se asocia a la escasa respuesta a los antidepresivos. Administrados con los antidepresivos mejoran la respuesta y el inicio de la recuperación. Se encuentra en pescados, lácteos, huevos y levadura de cerveza.
colina, es la molécula precursora de la acetilcolina, un neurotransmisor involucrado en muchas funciones, entre las cuales se incluye la memoria y el control del músculo. Junto con los w3 y la uridina, es un nutriente esencial para la formación de neuronas nuevas. Pertenece al grupo de la vitamina B y se encuentra en los mismos alimentos.
Hierro, unido a varias proteínas, está implicado en procesos tan importantes como el transporte de oxígeno, la formación de las vainas de mielina que rodean los axones y permiten la transmisión de impulsos nerviosos, y la síntesis deneurotransmisores, que permiten a las neuronas comunicarse. Se encuentra en frutas y verduras, pescados, carnes, lácteos, cereales y frutos secos, huevos
zinc, es un modulador del sistema immune y de la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, de nuevo a través del BDNF. Los suplementos de Zinc mejora el ánimo deprimido, sobre todo cuando se unen a los antidepresivos. Alimentos: Legumbres, platano, cereales integrales, pescado, lechuga, espinacas, coles de Bruselas.
magnesio, tiene un papel esencial en el cerebro, el corazón y el músculo esquelético. Los suplementos de magnesio son eficaces a la hora de tratar la depresión y la migraña. Verduras, hortalizas, frutas, frutos secos, pescados, cereales, legumbres, lácteos.
S-adenosil metionina (SAMe), implicado en la regulación del ánimo. Algunos ensayos clínicos avalan su eficacia como antidepresivos. La metionina está presente en pescado, carne y semillas de sésamo.
N-acetil cisteina (NAC), es eficaz en el trastorno bipolar, la esquizofrenia, tricoilomanía y otros comportamientos compulsivos y adictivos. Tiene actividad antioxidante, antiinflamatoria y neuroprotectora. La cisteina se encuentra en pescados, carne y frutos secos, legumbres y hortalizas, entre otros.
vitamina D, es un neuroesteroide y en bajas concentraciones en las gestantes se asocian a mayor riesgo de esquizofrenia. Su deficiencia también parece favorecer los síntomas depresivos. Se encuentra en lácteos, pescados azules, huevos, cereales.
Aminoácidos.
Los autores señalan que la dieta mediterránea ha demostrado ser eficaz para combatir los trastornos mentales, por su aporte de estos nutrientes esenciales para el cerebro. A pesar de ello, sostienen que la prescripción de esos nutrientes puede estar justificada para mantener un cerebro sano, especialmente a partir de los 50 años, en los que la absorción a partir de la dieta puede disminuir.
“Es hora de que los médicos consideren la dieta y nutrientes adicionales como parte de las medidas para manejar la enorme carga asociada a problemas de salud mental. Muchos estudios han demostrado asociaciones entre los hábitos alimentarios saludables y una reducción de la prevalencia y riesgo de depresión y el suicidio a través de culturas y grupos de edad”, advierten.
Via abcblogs.abc.es
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