Los alimentos aportan al cuerpo humano materiales para su construcción y energía para mantenerse activo. Sin embargo, este no puede utilizarlos como los recibe. Primero deben ser transformados: esa es la digestión, que ocurre entre el momento en que la persona come y en el que elimina los desechos.
Todo alimento solido o líquido entra por la boca y circula por el tubo digestivo, que si fuera desplegado, alcanzaría 9 metros de largo.
En la masticación, primera etapa de la digestión, los alimentos se cortan, mastican y mezclan con la saliva por acción de los dientes y la lengua. Luego, son tragados y conducidos, gracias a las contracciones de los músculos del esófago, hacia el estómago.
En el estómago son mezclados e impregnados con jugos gástricos, que los vuelven pastosos. Enseguida pasan al intestino delgado, que termina de descomponerlos gracias a la bilis y al jugo del páncreas. Al final del intestino delgado los alimentos están disueltos.
Cuando la digestión termina, los alimentos se han convertido en sustancias pequeñas que atraviesan la pared del intestino y pasan a la sangre. Pero no todo ha sido digerido. Los residuos de la digestión llegan al intestino grueso, donde se secan y se vuelven sólidos y son eliminados.
Via cuidandolasalud.com
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