Existe una predisposición genética que, conjugada con distintos factores del ambiente (contaminación, infecciones, alergias...), da lugar a la enfermedad
Es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia
El asma bronquial es una enfermedad respiratoria que cursa con inflamación de los bronquios. El aire circula por estos, desde el exterior, llevando oxígeno hacia el interior y viceversa, para expulsar el dióxido de carbono. En una persona sin asma, los músculos de la vía aérea están relajados, el recubrimiento interno es delgado y el aire fluye fácilmente. Sin embargo, en la persona con asma el recubrimiento interno de la vía aérea se inflama, aumenta la producción de moco y el músculo se contrae produciendo una obstrucción exagerada de los bronquios, haciendo que el aire fluya con dificultad.
El asma bronquial es una enfermedad que ha aumentado mucho en el mundo occidental y sobre todo en el medio urbano. El curso de la enfermedad es muy variable, alternando periodos sin síntomas y periodos con molestias más o menos intensas. Es muy importante destacar que el asma es una enfermedad crónica, pero que se puede controlar con un tratamiento adecuado y que permite hacer una vida absolutamente normal tanto a niños como adultos.
Afecta a todas las edades (alrededor del 5% de la población de entre 40 y 69 años) y es más elevado en mujeres. El asma es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia. Afecta a los niños a cualquier edad, desde lactantes a adolescentes. Cuanto mayor es el niño, con más frecuencia se da esta enfermedad. Se calcula en España que entre los 6-8 años, el 6 por ciento de los niños y niñas tiene asma, y entre los 12-14 años, el 8-10 por ciento. En comparación con otras enfermedades crónicas, la mortalidad es baja en todas las edades.
Qué produce asma
El asma es una dolencia cuyo mecanismo íntimo causal es desconocido. Existe una predisposición genética, pero para que eso se exprese en forma de enfermedad es necesario que se conjugue con otros factores del ambiente como: factores de naturaleza alérgica (ácaros del polvo doméstico, animales de compañía -perro, gato.-), la contaminación ambiental, las infecciones respiratorias por virus o bacterias, las alergias, el tabaquismo y otros factores que influyen en los síntomas y en la gravedad del asma.
El asma bronquial se clasifica en:
1.- Intrínseco, cuando no se detectan factores causales alérgicos que lo desencadenan.
2.-Extrínseco, cuando se detectan factores causales de índole alérgico que lo desencadenan (ácaros, pólenes, epitelios, etc.).
3.- Inducido por el esfuerzo, cuando es el ejercicio físico y el deporte los que lo desencadena.
4.- Profesional, cuando el agente que lo provoca se encuentra dentro del entorno laboral (pinturas, productos químicos, mohos, etc).
Diagnóstico
La principal función para diagnosticar el asma es determinar los síntomas que se producen, como:
1.- Tos seca y pertinaz que se presenta por las mañanas, durante el ejercicio, la risa y/o el llanto.
2.- Sensación de opresión (tirantez torácica) en el pecho que impide respirar.
3.- La falta de aire al correr o que despierta de madrugada.
4.- Los silbidos en el pecho ocasionales o persistentes.
Para hacer un diagnóstico completo, el neumólogo preguntará por esos síntomas y por la frecuencia e intensidad en que se manifiestan. La exploración física puede ser normal, aunque la presencia de sibilancias es lo más habitual. Tendrá en cuenta también los antecedentes familiares, las condiciones tanto del medio laboral como doméstico, las potenciales alergias, etc.
Debido a que ninguno de estos signos o síntomas son específicos del asma, el diagnóstico se debe acompañar de una prueba objetiva como la espirometría, que pondrá de manifiesto la presencia de obstrucción al paso del aire. Para la mejora de los flujos de aire espirados es necesario administrar un fármaco broncodilatador inhalado. Dado el carácter variable de la enfermedad, al realizar la prueba de la espirometría podría salir un resultado normal en el asma, por lo que en ocasiones son necesarias pruebas de provocación bronquial, mediante la inhalación de forma controlada de agentes que producen obstrucción bronquial (metacolina, manitol, etc).
Por otro lado, una vez diagnosticado el asma bronquial es fundamental realizar el diagnóstico de la alergia para determinar si hay alérgenos que influyen en el desarrollo del asma o en sus agudizaciones (periodos en los que empeoran los síntomas). El método para detectar la alergia se realiza mediante la determinación en sangre de anticuerpos frente a los neumoalérgenos más habituales (ácaros del polvo doméstico, epitelios de animales, pólenes y hongos) o la punción epidérmica en el brazo de estos alérgenos.
Cómo se trata
El objetivo del tratamiento del asma es controlar sus síntomas y para ello es necesario:
1.- Prevenir los síntomas diurnos, nocturnos y posteriores al ejercicio físico.
2.- Uso de medicación de rescate no más de dos días a la semana.
3.- Mantener la función pulmonar normal o casi normal.
4.- Sin restricciones en la vida cotidiana ni para realizar ejercicio físico.
5.- Cumplir con las expectativas de los pacientes y sus familiares.
Como toda enfermedad crónica, el tratamiento se divide en:
No farmacológico: Procurar no estar en contacto con los agentes que lo desencadenan, generalmente de naturaleza alérgica (ácaros del polvo, animales de compañía, perros, gatos, pólenes, hongos), contaminación ambiental, tabaco y también las infecciones virales o bacterianas, por lo que deberán evitarse estos contactos.
Farmacológico: Dado que el asma es una enfermedad inflamatoria de las vías aéreas, el tratamiento de elección se fundamenta en la administración de fármacos antiinflamatorios inhalados (derivados de los corticoides) que son los que verdaderamente curan la enfermedad. Como alivio de síntomas y mejora rápida de la obstrucción también utilizaremos fármacos broncodilatadores inhalados, estos actúan relajando las fibras musculares bronquiales, abriendo los bronquios, facilitando así el paso del aire por los bronquios a los pulmones. En muchas ocasiones el paciente asmático deberá mantener un tratamiento a pesar de encontrarse sin síntomas y realizando una vida prácticamente normal. Tampoco hay que tener miedo a los efectos de la cortisona (vía inhalatoria) ya que los beneficios son considerables y los posibles efectos secundarios son mínimos. Debemos tener en cuenta que siempre será el médico quien nos indique cuál es el tratamiento más adecuado para cada paciente.
Via larioja.com
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