Enseñando a dormir a nuestros niños

miércoles, 20 de mayo de 2015

La proporción de tiempo que pasa un ser humano durmiendo va disminuyendo según crecemos. En la infancia, el sueño ocupa un importante lugar que debemos cuidar y trabajar para que se convierta en un hábito saludable, ya que es un pilar fundamental para el correcto desarrollo del niño.

En la actualidad, observamos diferentes dificultades o problemas en el sueño durante la infancia. La falta de sueño en un niño no provoca somnolencia, como suele ocurrir en el adulto, sino todo lo contrario. El niño se activa para no dormirse y aumenta la irritabilidad y la inquietud, por lo que es necesario saber llevar y trabajar el descanso óptimo en nuestros pequeños para evitar posibles dificultades a la larga.

Para ello os quiero presentar diferentes pautas para la adquisición de unos buenos hábitos de sueño.

En primer lugar es fundamental la creación de una especie de ritual en momentos previos a irse a la cama. El mantenimiento de estos rituales nos beneficiará significativamente a la hora de la adquisición de la rutina que queremos instaurar. La hora del baño, la cena y los momentos previos a irse a la cama deben de ser rutinarios y con horarios regularizados.

Estos horarios deben ser siempre los mismos e iremos modificándolos según lo requiera la edad del niño.

Debemos señalar estos momentos con avisos verbales para facilitar la anticipación del niño a esta secuencia de momentos previos a irse a la cama.

Otro pilar importante a la hora de cuidar esta faceta es asegurarnos de que el ejercicio físico o cualquier tarea que pueda aumentar la actividad del niño sean durante el día y nunca en momentos previos al sueño.

Es fundamental crear un ambiente agradable y asociarlo al momento de ir a dormir, podemos utilizar juguetes, cuentos o una luz ambiental adecuada. Pero debemos evitar alargar demasiado la rutina de irse a dormir, tenemos que establecer un tiempo adecuado para la rutina establecida.

Debemos hacer que el niño se acostumbre a dormir en su propia habitación, en su cama y que no necesite que un adulto le duerma. Ser firmes en estos aspectos evitará a la larga distintos problemas.

Si el niño protesta o llora podremos entrar en su habitación en intervalos de tiempos programados, alargando estos intervalos gradualmente, pero para hacerle saber que estás ahí, darle confianza pero no debemos cogerle o acariciarle para que se calle, debemos indicar con tacto y suavidad que es la hora de dormir.

Si en mitad de la noche el niño llora o se queja, es mejor que esperemos un poco antes de responder, ya que es posible que vuelva a dormirse sin necesidad de nuestra atención.

Es importante conocer los temores de nuestros niños, hablar de ellos durante el día y reducir las ansiedades de una manera divertida a la vez que educativa, utilizando cuentos o representando situaciones que le asusten con las posibles soluciones basadas en el humor y el cariño.

Si ya estuviera alguna rutina inadecuada instaurada, se debe de ir sustituyendo por conductas más adecuadas poco a poco para que se vaya desvaneciendo dicha rutina.

Los riesgos de dormir mal en la infancia están vinculados al aumento en el riesgo de sufrir problemas de sobrepeso u obesidad o alteraciones tanto en el crecimiento como en el comportamiento del niño. Es muy importante mantener una higiene del sueño firme y evitar posibles problemas asociados. Esta firmeza debe estar respaldada por muestras de cariño, tacto y paciencia.

 Via blogs.hoy.es

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