¿Cuáles son las características de la población joven más vulnerable a la depresión?
La depresión es uno de los trastornos mentales más prevalentes en la población. Los adolescentes y jóvenes son más vulnerables a padecerla si no cuentan con un entorno familiar cohesionado que pueda tolerar y acompañar sus cambios tanto a nivel corporal, como psicológico y social. En la adolescencia y la juventud se pasa de tener unas relaciones dependientes a ganar mucha autonomía y ello conlleva pasar por distintos periodos de cambio que generan sentimientos de confusión y procesos de duelo. Estos duelos sitúan al joven en una posición de fragilidad que le convierten en vulnerable. En la mayoría de los jóvenes los factores de protección son suficientes y transitan por esta etapa de la vida con variaciones en su estado de ánimo pero sin pasar por una depresión clínica. En los casos en los que hay factores de riesgo asociados puede aparecer el trastorno. Abandonos en la infancia, desatención, maltratos, duelos sin elaborar, baja tolerancia a la frustración, introversión extrema y antecedentes familiares serían los principales factores de predisposición.
En los estudios epidemiológicos se encuentra relevancia en las variables de sexo y edad. La depresión afecta en mayor porcentaje al género femenino, en una proporción de 2:1, las mujeres llegan a duplicar a los varones. También hay una correlación positiva entre depresión y edad a lo largo de la infancia y la adolescencia. El porcentaje se sitúa entorno al 5% entre la población adolescente.
¿Cuáles son los tipos y síntomas de depresión más comunes en ellos?
Antes decíamos que la adolescencia es un “terreno abonado” para sufrir depresiones. Es importante que no quede enmascarada y que pueda ser diagnosticada en su nivel de gravedad. El principal síntoma de la depresión es la tristeza. En el joven, la tristeza puede presentarse en forma de fatiga, aburrimiento, apatía y mal humor. El fracaso escolar y el bajo rendimiento académico también son frecuentes. Otros síntomas comunes de la depresión son baja autoestima, sensación de vacío, pesimismo y desesperanza vital e ideación hipocondriaca. Frecuentemente hay trastornos del sueño y de la alimentación, que generan un círculo vicioso de falta de energía y vitalidad. Los pensamientos suicidas y los intentos de autolisis caracterizan las depresiones más graves. En estas últimas frecuentemente encontramos estructuras de personalidad limítrofe y episodios psicóticos.
¿Cuáles son los riesgos de no tratar una depresión en esta etapa?
El dicho popular “más vale prevenir que curar” es altamente cierto en salud mental. Si no tratamos la depresión a tiempo aumentará su gravedad y ello significa que la vida del paciente corre riesgo, ya que aumenta la probabilidad de suicidio. Por el contrario, si la tratamos a tiempo trabajaremos para que mejore la calidad de vida de esta persona.
Diversos autores describen síntomas depresivos subclínicos de depresión entre el 20 y el 50% de los adolescentes y los asocian a un mayor riesgo para el posterior desarrollo de problemas diversos, tales como trastornos depresivos, conductas suicidas, deterioro funcional o problemas de rendimiento académico. En este sentido, sería necesario aplicar estrategias de intervención precoz de cara a mitigar, aliviar o retrasar el posible impacto del trastorno psicológico.
¿Cuál es la reacción que tiene el entorno (familia, amigos, escuela, etc.) de un joven deprimido?
La primera reacción es la “negación”, pensar que va a ser algo pasajero, sin importancia, que con el tiempo remitirá. Cuando la sintomatología es persistente puede que el entorno siga negándolo o que reaccione pidiendo ayuda. A menudo, esta reacción de acudir a un profesional viene acompañada de intensos sentimientos de rabia y culpa.
Para el joven deprimido es muy importante la implicación y el soporte de su familia en el tratamiento.
En su opinión ¿quiénes y cómo deben actuar para evitar los trastornos depresivos en los jóvenes, así como sus consecuencias?
La mejor prevención para evitar los trastornos depresivos en los jóvenes es asegurarles una infancia saludable. Diversos estudios sobre el apego muestran que la calidad de las primeras relaciones fundamenta la salud mental posterior. Así pues, políticas de protección de la crianza con períodos de bajas de maternidad y paternidad más largas que las actuales, que llegasen a cubrir los dos primeros años de vida, ayudarían a evitar trastornos depresivos en los jóvenes. Junto a ello, también es importante educar, de manera gradual y a partir de la convivencia, en la capacidad de tolerar la frustración y de valorar las pequeñas satisfacciones del día a día. Sin olvidar el contexto educativo, la familia que cuenta con unos progenitores especialmente motivados en el desarrollo de sus hijos es el entorno más adecuado para ello.
Durante la etapa de socialización y ya en la juventud tener experiencias variadas de relaciones interpersonales respetuosas, en las que predominen los buenos tratos en distintos contextos comunitarios son altamente saludables y resultan protectoras de dichos trastornos.
También es importante luchar contra el sedentarismo de los jóvenes. Sabemos que el ejercicio físico moderado beneficia la salud de manera integral, genera optimismo y protege frente a síntomas depresivos.
Una vez diagnosticada la depresión se actúa sobre sus consecuencias con una intervención psicoterapéutica y psiquiátrica, según el grado de severidad. Si la depresión es leve y el joven tiene una buena capacidad simbólica, preserva recursos reparatorios y tolera ser ayudado, puede beneficiarse de una psicoterapia individual. Si los sentimientos de culpa son intensos, la capacidad simbólica está deteriorada y presenta alteraciones del humor y de la personalidad a la psicoterapia individualserá necesario añadirle medicación. En los casos más graves, en los que los sentimientos de culpa son insoportables y no se pueden mentalizar, la estructura de personalidad es límite o psicótica y el riesgo de suicidio es claro, hay que considerar un ingreso en una institución hospitalaria, sumada a la farmacología y la psicoterapia individual. Es importante añadir que en los tres escenarios planteados es muy beneficioso trabajar con la familia de manera paralela.
¿Cuál es la perspectiva de la depresión en jóvenes dentro de cinco años en este país?
En 2007 la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que para el año 2020, la depresión sería la segunda causa de incapacidad a nivel mundial. En mayo de 2014, la agencia sanitaria de Naciones Unidas realizó un primer informe para analizar el estado de salud de los jóvenes de 10 a 19 años en el mundo. El documento situó la depresión como la tercera causa de muerte entre la población adolescente (precedida sólo por los accidentes de coche y el VIH-Sida). Estos datos, conjuntamente con los estudios epidemiológicos nos hacen prever que la depresión irá en aumento entre la población joven de este país.
El mismo informe destacaba que sólo uno de cada cuatro adolescentes hace suficiente ejercicio (la OMS recomienda al menos una hora al día) y que varios estudios muestran que la mitad de las personas que desarrollan desórdenes mentales padecieron los primeros síntomas a los 14 años.
Para que cambie esta perspectiva negativa sobre la depresión entre los jóvenes es necesario invertir en prevención e intervención precoz.
Fuente: noticias.universia.es
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