La práctica de ejercicio físico conlleva una serie de respuestas por parte de nuestro organismo. Si éste solo se realiza en un determinado momento, de manera aislada y esto no se repite en dos o tres semanas, se hablará de una “respuesta fisiológica aguda”.
En este tipo de respuesta el organismo intenta suplir las necesidades temporales de este esfuerzo físico, sin que se produzca ninguna adaptación a largo plazo para cubrir estas necesidades.
Cuando este esfuerzo físico se repite con una determinada intensidad, duración y periodicidad en el tiempo, estamos frente a lo que llamamos un “entrenamiento” que implica una adaptación crónica para cubrir mejor las necesidades.
Los efectos biológicos que van a tener lugar sobre el corazón serán:
Hipertrofia del músculo cardiaco (aumento de tamaño de la fibra cardiaca).
Aumento de las cavidades de los ventrículos.
Reducción de la frecuencia cardiaca en reposo.
Aparición de alteraciones en el electrocardiograma basal consistentes en alteraciones de la repolarización, trastornos de la conducción y algún tipo de arritmia, siempre benignas y secundarias a la hipertrofia miocárdica.
Todos estos cambios producen lo que ha dado en llamarse “el síndrome del corazón del atleta” y es la expresión de una adaptación crónica del corazón a una demanda continuada en el tiempo y a una determinada intensidad de ejercicio.
La extracción del oxígeno por parte del corazón desde la sangre se realiza “al máximo” incluso en reposo. Durante el ejercicio, para suplir las necesidades mayores de oxígeno, el corazón lo que hace es “aumentar” el tamaño de los vasos que le llevan la sangre, las arterias coronarias.
Otra adaptación del corazón cuando se realiza un entrenamiento aeróbico regular es un alargamiento de la fibra muscular cardiaca que conlleva un aumento de las cavidades cardiacas, esto es lo que se conoce como cardiomegalia. Las consecuencias de este aumento del tamaño son que en cada expulsión de sangre, el volumen de ésta es mayor y por consiguiente la cantidad de oxígeno que transporta la sangre en cada latido está aumentada.
Con respecto a la frecuencia cardiaca, con el entrenamiento ésta se reduce en reposo, pero en el ejercicio máximo ésta apenas se incrementa.
Fuente sanitas.es
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