Practicar deporte es bueno para la salud. A estas alturas todo el mundo conoce los múltiples beneficios que tiene para nuestro cuerpo la práctica moderada de algún deporte ya que ayuda, entre otros, a reducir la obesidad, factor de riesgo para muchas enfermedades coronarias y para la diabetes, por ejemplo.
Sin embargo, como pasa en otras circunstancias, los excesos nunca son buenos y hay un punto en el que este hábito saludable puede llegar a convertirse en una adicción conocida como vigorexia, dismorfia muscular o anorexia inversa, entre otros nombres.
La vigorexia es un trastorno psicológico que, en la actualidad, todavía no se ha reconocido como enfermedad psicológica aunque los expertos señalan algunos síntomas que comparten con otras enfermedades graves como la anorexia, con la que comparte la preocupación excesiva por la figura.
De hecho, tal y como explican desde el centro de Atención e Investigación en Socioadicciones (AIS) los vigoréxicos tienen una visión distorsionada de su cuerpo y llegan a verse sin masa muscular, flácidos, débiles y muy delgados. “Tienen una imagen de sí mismos muy diferente y contraria a lo que en realidad es, llevándoles a sentir un total rechazo por su cuerpo”, indican.
Como consecuencia de esto, a partir de ese momento la máxima obsesión que tendrán estos deportistas será conseguir el mayor desarrollo muscular y lo perseguirán a base de jornadas maratonianas haciendo deporte (entre 4 y 5 horas diarias) y controlando la alimentación de forma muy estricta y consumiendo especialmente productos que contengan proteínas para favorecer el desarrollo de la masa muscular. No obstante, aunque su entorno empezará a ver los cambios que se producirán en su cuerpo, ellos siguen percibiéndose débiles y poco o nada atractivos.
Camino a la adicción
Hay un punto de inflexión y unas series de circunstancias que inclinan la balanza y el deporte sano y equilibrado pasa a ser nocivo y una adicción. Según AIS, las señales que alertan de que estamos ante un trastorno son:
Realizan ejercicio (musculación especialmente) de manera obsesiva y adictiva sin importar las condiciones o repercusiones.
Tienen una imagen irreal de sí mismos: se ven poco atractivos, débiles, delgados e incluso enclenques.
La preocupación obsesiva por la figura les lleva a mirarse constantemente en el espejo, se comparan con otros compañeros y se pesan en la báscula varias veces al día.
Tienen sentimientos de culpabilidad e irritabilidad cuando no pueden realizar ejercicio o cuando alguien les critica dicha actividad.
Para ellos el deporte es su vida y no pueden dejar de ir ni un día al gimnasio o dejar de hacer ejercicio.
Abandonan sus actividades de ocio habituales y de responsabilidad (baja el rendimiento laboral, despido, fracaso escolar…) para así seguir concentrados en la práctica de deporte.
Se van aislando poco a poco de su ambiente social y familiar. Se vuelven introvertidos y con poco contacto social para dedicarse casi en exclusividad a realizar ejercicio.
Desarrollan baja autoestima y presentan sentimientos de soledad, fracaso e incomprensión hacia su entorno.
La persona va sufriendo numerosos problemas orgánicos y lesiones físicas como consecuencia de una práctica de deporte desmedida.
La desproporción entre las partes corporales es muy frecuente. Así hay personas con torso y cuello muy voluminosos que hacen que la cabeza se quede pequeña en proporción.
Es frecuente que los vigoréxicos desarrollen un trastorno alimentario como consecuencia debido al estricto control que tienen sobre lo que comen. Consumen muchas proteínas e hidratos de carbono y poca cantidad de grasa en un intento de favorecer el aumento de la masa muscular. Esto deriva en muchos trastornos metabólicos.
El uso de productos dopantes, anabolizantes y esteroides es también muy frecuente. Se busca mejorar el rendimiento e incrementar el volumen de los músculos. Sin embargo, el uso de estas sustancias produce alteraciones metabólicas y de salud, como por ejemplo, la masculinización e irregularidades del ciclo menstrual en las mujeres, atrofia testicular, problemas cardiacos, disminución de la formación de espermatozoides, acné…
En los productos que consumen (dopantes, esteroides…) invierten mucha cantidad de dinero, llegando a veces a no poder asumir el gasto, lo que les lleva a recurrir al mercado negro existente de productos fraudulentos, adulterados y sin garantía sanitaria con el consecuente peligro para su salud.
Fuente dmedicina.com
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