Estos alimentos ricos en sal, azúcares, carbohidratos refinados y grasas poco recomendables no solo nos hacen engordar: causan numerosos problemas de salud
Existe mucha confusión al hablar de comidas procesadas. Técnicamente, podríamos considerar como un alimento procesado a cualquier vianda que haya sido tratada para alargar su conservación o alterar sus propiedades. En este sentido son alimentos procesados todos los productos enlatados, congelados, en salazón, escabechados, horneados, fermentados.... Y, claro está, no todas estas técnicas convierten un alimento saludable en uno que no lo es.
Cuando los nutricionistas hablan de evitar la “comida procesada” se refieren, en concreto, a los alimentos precocinados –“ultraprocesados” si se quiere–, aquellos sometidos a transformaciones industriales que los hacen especialmente ricos en sal, azúcares, carbohidratos refinados y grasas poco saludables: los verdaderos culpables de una dieta que nos hace engordar sin remedio.
El abandono de este tipo de comidas a la fuerza nos obliga a comer frutas, verduras, carnes, pescados, huevos, leche, legumbres, cereales integrales… En definitiva, aquellos alimentos que pasan de la granja, el huerto o el mar a nuestra cocina sin demasiados añadidos (más allá de las elementales medidas sanitarias o de procesos de conservación saludables como el enlatado o el congelado).
Tratar de reducir la ingesta de estos alimentos al mínimo es una buena idea si queremos adelgazar. Según un estudio publicado en el 'New England Journal of Medicine', para el que se analizó la dieta de 120.000 estadounidenses durante dos décadas, la gente que consumía aperitivos, refrescos y carnes procesadas de forma regular (con independencia del resto de su dieta) tenía mayor tendencia a ganar peso.
Pero abandonar los alimentos ultraprocesados no sólo nos ayudará a adelgazar. Se trata de una decisión que nuestro cuerpo notará de inmediato, en muchos otros aspectos:
1. Menos problemas de estómago
Muchos problemas estomacales, como el estreñimiento, los gases o la acidez, pueden ser provocados por una dieta poco saludable, y una alimentación basada en comidas ultraprocesadas es prácticamente un sinónimo de ésta.
Los alimentos con un alto contenido de sal hacen que retengamos líquidos, por lo que nuestro estómago se resiente y se llena de gases, lo que provoca una sensación de hinchazón (muy común, por ejemplo, tras una visita a un restaurante de comida rápida).
Los carbohidratos refinados, por su parte, apenas aportan fibra, que está presente en mayor medida en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, lo que puede provocarnos estreñimiento.
Y si no quieres sufrir acidez es mejor evitar los alimentos grasos, el alcohol, las comidas fritas o muy condimentadas y las bebidas gaseosas –también el tomate, los cítricos o el chocolate–.
2. Mejores sueños
Los carbohidratos refinados y los azúcares añadidos presentes en galletas, helados, aperitivos salados y todo tipo de dulces incrementan los niveles de azúcar en sangre, esto no solo engorda –pues la insulina almacena el exceso de azúcar en forma de grasa en el hígado y en diferentes zonas de todo el cuerpo–, además crea un efecto especialmente peligroso si se consumen estos alimentos de noche.
Cuando se elevan los niveles de insulina, bajan los de azúcar, algo que estimula el hambre, y nos empuja a querer más y más comida (a ser posible, en forma de carbohidratos). Esto es un grave problema si acabamos de meternos en la cama pues es muy probable que nos levantemos en medio de la noche pensando que queremos llevarnos algo a la boca.
El sodio, otro elemento presente en grandes niveles en las comidas procesadas, también puede alterar nuestro sueño, pues nos deshidrata y puede hacer que nos levantemos sedientos sin haber dormido lo suficiente.
3. Menos dolores de cabeza
Son muchas las investigaciones que han mostrado que algunos de los componentes típicos de los alimentos procesados, como los nitratos, los nitritos, el glutamato monosódico e, incluso, el propio sabor umami, pueden causar migrañas.
Como explica el doctor del Carolina Headache Institute Alan G. Finkel en un estudio reciente no está claro que estos componentes sean directamente los desencadenantes de las migrañas, pero sí parece que una dieta rica en estos es, en conjunto, un pésimo aliado de las personas con dolores de cabeza. Esto se debe, probablemente, a dos factores: las personas que sufren obesidad son más propensas a padecer estos dolores y, a su vez, sufren inflamación, un fenómeno directamente relacionado con las migrañas que, sabemos, puede estar provocado entre otras cosas por una ingesta excesiva de este tipo de comidas.
4. Una piel más tersa
La insulina y la inflamación son los dos grandes enemigos de tu piel y, de nuevo, son las comidas más procesadas las que disparan estas. Además, como puso de manifiesto una investigación publicada en el 'Journal of Evolution and Human Behavior', aquellas personas que mantienen una dieta rica en frutas y verduras –especialmente aquellas que aportan una gran cantidad de carotenoides– suelen tener un tono de piel más saludable, ya que estos alimentos influyen de forma positiva en la producción de melanina, que ayuda a la pigmentación de la piel, el pelo y los ojos.
5. Menos dolor articular
Cientos de miles de personas padecen dolores de la inflamación de sus articulaciones derivados de la artritis. Una enfermedad para la que aún no hay cura pero cuyas consecuencias pueden prevenirse, sobre todo si cuidamos nuestra alimentación.
Una dieta que evite la inflamación es una de las mejores formas de evitar el dolor en las articulaciones, y ésta pasa, de nuevo, por evitar la mayoría de comidas procesadas. “Si sigues una dieta sana que esté repleta de productos frescos, sobre todo vegetales, frutos secos y cereales integrales, realmente ayudarás a que se reduzca la inflamación en todo tu cuerpo”, explicaba la nutricionista Kristin Kirkpatrick en 'Live Science'.
6. Más energía
Aunque no lo parezca, la dieta, el estrés y el sueño son elementos de nuestra salud fuertemente relacionados, y si uno falla, es muy probable que fallen el resto, provocando una espiral que acaba en un tremendo cansancio, que nos acompaña todo el día. Si dormimos mal, tenemos una peor dieta, lo que nos hace dormir peor y, a su vez, padecer estrés… Se trata de un círculo vicioso que provoca alteraciones hormonales que pueden derivar en una fatiga suprarrenal, que en muchos casos explica el cansancio mental, emocional y físico que se mantiene en el tiempo.
Según el nefrólogo Jason Fung en su libro 'The obesity code' (Greystone), la única forma de recuperar un correcto balance hormonal pasa por mantener a raya los niveles de insulina, dejando de ingerir los alimentos que más elevan esta (de nuevo azúcares añadidos y carbohidratos refinados) y tratando de no picar entre comidas.
Via elconfidencial.com
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