¿Qué es una contractura?
Este estado de contracción involuntaria y generalmente persistente de uno o varios músculos provoca inmovilización de la zona afectada.
Las contracturas más frecuentes, y al mismo tiempo las menos graves, se presentan cuando se fuerzan determinados músculos, o grupos musculares, que no están suficientemente acondicionados para ello.
En personas poco acostumbradas a realizar esfuerzos puede desencadenarse una contracción al efectuarse algún movimiento violento o brusco.
También las personas mayores son susceptibles de sufrir este tipo de dolencias, debido a que existe una pérdida general de elasticidad en todas sus articulaciones y grupos musculares, que forma parte del proceso de envejecimiento.
Por tanto, la contractura es una hipertonía de un fascículo o grupo de fibras musculares, de aparición repentina tras un esfuerzo notándose una tensión ó abultamiento localizado doloroso que impide el normal desarrollo de la actividad.
Es importante diferenciarla de una posible rotura de fibras, ya que el tratamiento es diferente.
Existen dos tipos de contracturas musculares: aquellas que aparecen cuando se está realizando un ejercicio, y las que se presentan con posterioridad al esfuerzo.
Las del primer tipo se deben a la acumulación de productos metabólicos en el interior del tejido muscular. Cuando un músculo empieza a trabajar requiere energía, que se aporta por el flujo sanguíneo que transporta los nutrientes obtenidos de la alimentación; estas sustancias reaccionan con el oxígeno en el interior del músculo y desprenden la energía necesaria para la contracción de las fibras musculares.
Por medio del flujo sanguíneo se oxigenan y alimentan los músculos, y se eliminan las sustancias tóxicas resultantes. Cuando se realiza un movimiento intenso e inesperado ocurre que, por un lado, los vasos sanguíneos no están dilatados lo suficiente como para poder nutrir el músculo que trabaja y, por otro, son insuficientes para limpiar las fibras musculares de los desechos tóxicos que producen; cuando se liberan estos elementos tóxicos provocan, al propio tiempo, dolor y contracturas en el músculo afectado.
Otra forma también frecuente de contractura es la del segundo tipo, que aparece después del ejercicio físico, por lo general provocada porque alguna de las fibras musculares ha sido distendida o sometida a un trabajo excesivo.
Los miorelajantes y la fisioterapia(masajes relajantes) así como la aplicación de calor (analgésico y relajante) vienen muy bien.
Con respecto a las actividades compatibles, la actividad física ligera en el agua es la mejor para los días siguientes (tras respetar 48-72 horas de reposo total).
Los estiramientos de la musculatura son muy necesarios, y el padecer contracturas evidencia un excesivo tono que debe combatirse con mayor elasticidad.
El proceso inflamatorio subyacente a toda contracción puede ser tratado con antiinflamatorios.
Masajes
Uno de los elementos más útiles en los casos de contracturas son los masajes, ya que facilitan la recuperación de la movilidad y ayudan a aliviar el dolor.
El masaje actúa de dos formas: en primer lugar evita que se formen adherencias en el foco inflamatorio, y puede eliminar las de formación reciente, y en segundo lugar, la fricción que proporciona el masaje aumenta el flujo sanguíneo, lo que favorece y acelera la reparación de los tejidos.
La aplicación del masaje debe realizarse de forma gradual, con la yema de los pulgares, y con suficiente intensidad para friccionar los tejidos musculares; se recomienda el uso de aceites o sustancias lubricantes para facilitar el deslizamiento enérgico de los dedos sobre la piel sin provocar irritaciones.
Fuente parasaber.
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