Unos consejos para convivir con el dolor de articulaciones

sábado, 30 de octubre de 2010


¿Se puede aprender a convivir con estas enfermedades? ¿Qué consejos se deben seguir?

No hay un régimen de alimentación especial que pueda mejorar los dolores articulares, al margen, naturalmente de los alimentos ricos en calcio para la osteoporosis y lo que indique el reumatólogo en función de los medicamentos recetados. La higiene de vida exigirá ante todo una actividad física de mantenimiento regular y compatible con los dolores y molestias que se tengan.

La marcha a pie, la natación y el golf son los tres deportes mejor adaptados y más completos cuando se sufre de dolores diversos de huesos, articulaciones y músculos. Hay otros deportes que no están absolutamente contraindicados, aunque la elección no se debe hacer a la ligera. Por ello, es preferible consultar al reumatólogo sobre la actividad física que se desee hacer.

Si, por ejemplo, usted sufre de la columna vertebral, tal vez le recomiende nadar de espalda o de lado. La bicicleta se aconseja también para la artrosis de cadera, pues este deporte mantiene la musculatura y desgasta menos el cartílago del fémur, ya que queda descargado del peso del cuerpo.

¿Hay movimientos que se deben o no se deben hacer? ¿Cómo pueden colaborar las personas del entorno?
Efectivamente, hay que lograr adaptar el entorno a las dificultades de uno y adquirir nuevos automatismos en ciertos movimientos. Compruebe, por ejemplo, que el fregadero está a una buena altura, de modo que no le obligue a inclinarse si va a utilizarlo. Igualmente, hay que mantener la espalda recta a la hora, por ejemplo, de pasar el aspirador, sujetando el tubo lo más alto posible. Y una cosa muy simple pero que origina no pocas lumbalgias: al agacharse para recoger algo del suelo, no se debe doblar la espalda sino las piernas, manteniendo la espalda recta.

El entorno familiar y social tiene un papel muy importante en el caso de las enfermedades crónicas y evolutivas, pues ciertamente estas patologías tienen consecuencias no desdeñables en la vida cotidiana. De ahí la importancia de las asociaciones de enfermos, que mediante su apoyo y conocimientos de la enfermedad pueden ayudar a la persona afectada y a sus familiares en la vida diaria, con el fin de que la enfermedad no se convierta en el problema que lo ocupa todo.

Además, es esencial preguntar al reumatólogo todas las dudas que tenga el enfermo, incluyendo las más íntimas, como, por ejemplo, si pueden seguir teniendo relaciones sexuales si hay dolores lumbares.

Fuente plusesmas.com

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