Dentro de la nutrición humana podemos distinguir una parte que se especializa en la alimentación de las personas que practican deportes que requieren intensidad o resistencia; esta rama se denomina Nutrición deportiva. Por lo tanto, va dirigida tanto a deportistas que realizan actividades intensas (culturistas, levantadores de pesas, practicantes de fitness) como a los que realizan esfuerzos más duraderos y que necesitan una mayor resistencia física (ciclistas, triatletas, corredores de maratón...).
Sobre la base de los propósitos finales de un deporte en concreto y a su preparamiento, la nutrición deportiva recomienda unos tipos de alimentos u otros. Para los culturistas, por ejemplo, son fundamentales las comidas con un elevado valor proteico que propicien el aumento de la masa muscular. En cambio, para los deportistas que realizan actividades aeróbicas, como pueden ser los triatletas, tienen más importancia los alimentos apropiados para los esfuerzos prolongados, siendo conveniente un alimento rico en glúcidos.
Cabe señalar que la nutrición deportiva abarca todas las fases del deporte: el reposo, la fase dinámica y la recuperación. Una alimentación adecuada para cada tipo de deporte es de vital importancia para la consecución de los objetivos marcados y para mantener la salud en un óptimo estado, evitando lesiones y dolencias. Asimismo, resulta fundamental para aportar la energía suficiente que precisa cualquier práctica deportiva.
Así pues, los alimentos incluidos en una dieta deportiva se encargan de tres propósitos elementales:
Suministrar energía.
Proveer material para la tonificación y la restauración de los tejidos.
Regular y mantener el metabolismo.
Si nos centramos en el empleo de los glúcidos (hidratos de carbono) en la dieta deportiva, hay que señalar que son primordiales para el suministro de energía en los deportes que se precisa una resistencia considerable. Además, tienen un contenido variable de fibra en los nutrientes, lo que facilita su digestión. Para una práctica en el gimnasio como el fitness, que requiere ejercicios repetitivos y de elevada intensidad, la ingesta de carbohidratos debe ser la fuente de energía principal. Su carencia o su mal uso producen la fatiga repentina y puede traer consigo la aparición de problemas como la cetosis; en este estado el organismo es capaz de eliminar grasas de manera fácil, incluyendo las propias reservas de la persona.
Los nutricionistas deportivos hacen hincapié en averiguar la cantidad apropiada de hidratos de carbono que hay que añadir a la dieta; en tratar de indicar cuál es la proporción adecuada y qué tipo de hidratos son más propicios para consumir en cada disciplina deportiva. Para ello, estudian y analizan qué hidratos de carbonos son asimilados más lentamente o más rápidamente por el organismo, para incluir a la dieta los más favorables en cada práctica deportiva.
Por tanto, no todos los hidratos de carbono poseen en su composición las mismas propiedades. Estos son clasificados en dos grandes grupos:
Hidratos de carbono de rápida absorción: están compuestos por glucosa y fructosa y se hallan en alimentos como la miel, las frutas, el azúcar y los derivados de la harina (pan, dulces, etc.).
Hidratos de carbono complejos o de lenta absorción: compuestos por partículas más complejas que para ser asimiladas por nuestro cuerpo se deben digerir antes, de forma que puedan ser transformadas en azúcares simples. Los nutrientes con carbohidratos de lenta absorción incluyen glucógeno, celulosa y almidón. Los podemos encontrar en las legumbres, las hortalizas, los cereales integrales y en algunos frutos rojos (cerezas, fresas...).
Después de repasar estas cuestiones nutricionales, hemos de tener claro que no solo basta un buen entrenamiento y el debido descanso; si aportas al organismo los nutrientes necesarios para tu actividad física conseguirás los progresos deseados.
Via Virgin Active Live
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