Se fue. Se terminó. Se ha ido. Me siento vacío y sin mucho sentido.
¿Sientes que la alegria, el amor y el sentido han volado de tu vida? ¿Perdiste un amigo, tu pareja, un buen trabajo? ¿Has perdido la confianza, el ánimo o la esperanza?
Durante toda nuestra vida nos enfrentamos a varias pérdidas, desde un globo, un juguete o un juego, hasta amigos, parejas, familiares que se alejan o se van de nuestro lado ya sea por seguir sus vidas, por trabajo, por enfermedad, muerte, etc., También perdemos bienes materiales, trabajo, proyectos y hasta nuestras mascotas, y todo esto nos hace perder ilusiones, esperanzas y sentido.
La pérdida nos puede provocar cantidad de emociones y de muchas intensidades: la tristeza, el desánimo y la falta de sentido son las más comunes cuando perdemos algo que consideramos realmente importante o esencial en nuestra vida. Y entre más importante sea para nosotros algo o alguien, más acentuado o intenso puede ser el dolor y la emoción de pérdida.
El dolor de la pérdida: el momento del desahogo
Es momento de no pensar, de no intentar, de no razonar: desahógate. Cuando se pierde algo, hay que desahogar la emoción tal cual se siente, sin juzgarla ni negarla ni reprimirla.
Llora, enójate, expresa y siente…
Si hay ganas de llorar, llora. Si hay enojo, si hay desilusión profunda, esta debe soltarse espontáneamente. No trates en este momento de pensar ni razonar por qué o para qué te ha pasado eso, porque no llegaras a ningún lado. Lo mejor es expresar en un lugar a solas y de forma verbal, las cosas que sientes ahora, el enojo, el miedo a lo que sigue, la desilusión o cualquier emoción que sientas. Se muy fluido y espontáneo, no te limites, di lo que sientes y deja que la emoción se desborde, si tienes enojo puedes golpear algún cojín, o sal a caminar y olvídate de todo. A veces, el dolor es fuerte: no lo juzgues ni le huyas, deja que “queme” la emoción y fluya.
Si sientes no te puedes desahogar o estás muy contenido, “trabado”, debes tratar de escribir esto. Toma la pluma y permite que simplemente se mueva sobre el papel, escribe lo que primero te venga a la mente, si no puedes decir nada solo deja que salga poco a poco el sentimiento escribiendo cualquier cosa que sientas. Si aun te cuesta, trata de escribirle una carta a lo que has perdido, expresándole lo que sientes, lo que te hubiera gustado, lo que no entiendes. Si hay reclamos, debes hacerlos en cualquier caso.
Desahogo: limpiando tu corazón
El desahogo tiene una misión importante: hacerte consciente de emociones que quizá han estado ahí toda tu vida, pero nunca habían sido liberadas con fuerza ni con consciencia. A veces hemos guardado enojos, hay mucho miedo o tensión dentro que no queremos ver, aceptar desde mucho tiempo atrás, porque simplemente no hemos sabido qué hacer con estos sentimientos o los hemos juzgado como malos.
Así que cuando perdemos algo, estos sentimientos nos zangolotean con fuerza por dentro, se juntan y quieren salir como un rio que se desborda. Debes dejarlos salir tal cual los sientes, siempre en un lugar a solas y donde no te dañes ni dañes a terceros, porque en ciertas ocasiones el enojo que provoca una perdida puede ser fuerte y hacernos perder la razón, cosa que si se debe de hacer, pero tú a solas, si sientes incluso violencia contra alguien, debes soltarla o escribirla, dejar que fluya lo que sea que sientas tal cual es y sin juzgar lo que piensas o sientes como malo.
El desahogo profundo y sincero limpiara no sólo la herida de pérdida de ahora, sino heridas muy hondas y viejas guardadas en el corazón, sentimientos de abandono de otras personas que nunca pudiste desahogar, pérdida de afecto, de valor, de importancia en experiencias pasadas que muy probablemente estaban rezagadas en ti y que te estaban impidiendo ser feliz o disfrutar la vida de formas más plenas. Muchas veces no nos damos cuenta, pero nos estamos resistiendo a no sentir, a no vivir ciertas emociones. Viene algo, nos zangolotea, y nos muestra nuestros verdaderos sentimientos. La pérdida, por lo general, nos enfrenta a experiencias no sanadas ni comprendidas.
Corazón en paz
La paz significa que emociones en ti, guardadas y no conscientes, empiezan a salir a la luz, y a ser conscientes. Te descargas emocionalmente. Ese es el inicio de la paz. Si la emoción que surge ahora no está bien desahogada y liberada, será muy difícil o tardara más tiempo empezar de nuevo a reorganizar la vida, y a encontrar nuevos sentidos.
Dejar ir
Dejar ir es una palabra que a muchas personas les duele incluso al solo leerla. Hay una parte de nosotros que no lo desea: se niega a aceptar la idea de otro día sin lo perdido. Y aunque la emoción ya se haya desahogado, hay una falta de ánimo a seguir. Cuesta aceptar el cambio. Decir adiós.
El duelo es una cuestión de tiempo, y una sanación profunda se logra con comprensión. Poco a poco llegara, sobre todo si te permites simplemente fluir hacia donde ahora tu corazón te sugiera, y entre más amoroso seas contigo en este momento, más rápido se irá el dolor. A veces la culpa se instala en el corazón y uno piensa no hizo o dio suficiente, o que hubo descuidos, falta de atención. Ahra es el momento de empezar a revalorar tus actitudes, pero sin culpa, porque recuerda que el juicio solo te daña y estanca, y la culpa no es sino un autocastigo que te causa mucho dolor y frsutración. Recuerda que estas aprendiendo a amar, asi que no importa lo que hayas o no hayas hecho, ahora es el momento de dar un paso más a cosas más grandiosas.
En lo que creemos es un error hay gran sabiduria.
Pérdida de la pareja
En cuestiones de pérdida de pareja, por ejemplo, cuando la relación se rompe, nunca sucede esto de un día al otro. A veces nos aferramos a cosas que ya no eran ni son, que habían cambiado, que ya no estaban ni estan, y tratamos de mantenerlas en un autoengaño, porque es mejor estar “así” que perderlo, que estar solos, que enfrentar un cambio. Así que la relación se vuelve una rara costumbre de vivir separados pero ilusoriamente juntos, aguantamos y mantenemos situaciones que más bien nos generan desgaste, frustración, enfados y desilusiones silenciosas. Hay relaciones de pareja que terminaron hace años, pero se han mantenido por creencias, los hijos, la economía, proyectos. Ya no hay nada, pero te tengo. Sin embargo, este tipo de situaciones solo generan una fuga de energía, es decir, se está pero no se está, y este columpio de energía no nos deja generar cosas nuevas ni abre los espacios para que lleguen cosas nuevas.
Si hay dolor intenso cuando una relación de pareja se rompe, este es causado muchas veces por el miedo a estar solo, por el miedo a los cambios: por el miedo a no enfrentar sentimientos pasados que se estaban contendiendo. Pero sobre todo, un dolor intenso y constante, habla de apego.
Apegos
El apego no es otra cosa que: he puesto mi felicidad en ti (o en lo perdido).
A veces, el apego se confunde con el amor. Pensamos que el dolor es amor, pero en realidad es sólo que nuestra felicidad dependía de estar con esa persona, porque esta nos inspiraba o le daba sentido a nuestra vida. Peleamos, discutimos, no estamos: pero eso le da sentido a la vida. Cuando perdemos, perdemos también el sentido, queda ese “vacío”. Y el vacío se llama dolor.
Este dolor también puede suceder cuando perdemos un amigo, un familiar, una mascota o trabajo que le daba sentido a nuestra vida.
Uno no lo nota, pero cuando nuestra felicidad empieza a depender de algo externo, la vida parece quitárnoslo u alejarlo de nosotros, como si nos quisiera decir: “¡Hey, mira, ahí no está la felicidad!”.
Muchos quizá habrán escuchado que la felicidad esta en uno mismo. Pero hay tantas cosas allá afuera que nos distraen de esto. Pensamos que la felicidad o estar “completos” depende de encontrar la pareja ideal, de tener dinero, de ser queridos y aceptados por los demás. Y entre más tenemos esta idea, más parece que sufriremos las pérdidas, porque nuestra felicidad no esta sustentada en algo sólido dentro de uno, sino en muchas cosas externas.
Ana y Juan
En una pareja, por ejemplo, y de forma inconsciente, uno puede sentir cuando alguno de los dos ha puesto su felicidad en el otro. Juan quiere a Ana, pero Ana empieza a poner su felicidad en Juan, lo admira, Ana ve en Juan mucho de lo que ella qusiera ser, tener o hacer. La admiración es una parte del amor. Pero Juan poco a poco empieza a perder interés, siente pierde las ganas de estar con ella, y Ana empieza a hacer muchas cosas para no perderlo. Ana piensa que es por amor, hacer cosas por el otro, pero en el fondo es miedo lo que tiene, miedo a no perder el sentido que Juan le da a su vida porque Juan le refleja muchas cosas hermosas que ella siento no posee.
Juan, por otro lado, está buscando compartir la felicidad con Ana, pero de alguna forma percibe que Ana no es feliz, que quiza no se quiere, siente que “no está en casa”, es decir, que vive en función de él, y esto no le gusta a Juan porque puede pensar dos cosas:
“Yo quería compartir la vida con alguien feliz, no que alguien me hiciera feliz. Yo soy feliz”.
“Ana depende de mí para estar bien. Eso no me gusta, porque yo no sé estar bien. Así que Ana no es buena para mi”
Un día Juan rompe con Ana y ella sufre mucho. No entiende qué pasó, si dió todo por Juan. Y lo perdió.
¿Qué pasó? Así es. Puso su felicidad en Juan.
Dejando ir
Si deseas curar tu corazón de alguna pérdida, necesitas empezar por reconocer que cosas sientes que realmente has perdido sin considerar lo perdido.
Por ejemplo:
“Siento he perdido el sentido”
“Siento he perdido la esperanza o las ganas de vivir”
“Siento he perdido mis sueños, mis ilusiones, mi corazón, mi seguridad, etc”
Se honesto y te aseguro que te sorprenderás al encontrar muchas cosas que has perdido, y que no son precisamente la persona u objeto.
También puedes trabajar la pérdida de un juego, de un torneo, de dinero o de un trabajo. ¿Qué has perdido realmente?
“Siento he perdido la dmiración de mis amigos”
“Siento perdí su confianza”
“Siento que perdí el elogio, amistad, aceptación de los demás”
Todo esto significa que no estabas realmente disfrutando la relación, ni el juego, niel trabajo o lo que fuera que perdiste, porque tenias en el fondo miedo a perder. El miedo no te dejaba disfrutar.
Y cuando no disfrutas algo, el otro no puede disfrutar contigo, estas desconcentrado de lo esencial, no puedes compartir nuevas cosas ni ser creativo en la relación, en el trabajo en el juego: estas muy preocupado por perder. Y eso te desconecta.
¿Y qué sigue ahora?
Aprender a darte eso que sientes has perdido. Si no trabajas en esto y empeizas a enfocarte en darte lo que más te ha dolido perder, entonces tu corazón buscara siempre quien le pueda aportar esto, dependerá de las circunstancias externas, no podrás compartir una nueva alegría o vida con alguien, viviras con el miedo a perder o a ser abandonado, y te sentirás constantemente sin sentido y vacío de eso que perdiste.
Si has perdido muchas cosas en tu vida, es muy probable que no te has enfrentado de forma madura y consciente a este sentimiento, y quizá aun vivas en el resentimiento.
Al empezar a darte lo que sientes has perdido, no solo estarás curando tu corazón, sino estarás curando muchas vivencias pasadas que te han generado esos miedos y esa sensación de dolor y abandono que sientes cuando pierdes algo.
Tienes que aprender a empujarte e inspirarte con la fuerza que hay dentro de ti.
Asi que es momento de dejar atrás de una vez todo eso que ha lastimado tu corazón. Ve en busca de una nueva alegría y aprende a encontrar la alegría dentro de ti,donde hay una energia creadora llena de potenciales y poderes que no conoces. Y este es un despertar espiritual que se logra con mucha intensión. Si empiezas hoy mismo, veras como poco a poco un dia el dolor ya no dolerá, porque se habrá convertido en amor.
Llénate de ti mismo, de ti misma, y nunca podrás perder nada, porque… ¿qué podrias perder si lo tienes todo?Es entonces que empezaras a disfrutar de nuevas sensaciones, emociones y experiencias. Y el amor si que llegara a tu vida.
¿Qué puedes perder con empezar a ver las cosas de forma diferente, y empezar a darte lo que mas te duele has perdido?
Nada. Sólo perderás la duda. Y la duda es lo único que te gustara perder en esta vida.
Via vivirsabiamente.com
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