La batalla contra el aumento de peso es una lucha recurrente a medida que envejecemos
Es algo inevitable y, muchas veces, tan gradual que no te das cuenta. A lo largo de los años acumulas kilos y tu cintura cada vez se ensancha más, tu ropa de siempre te aprieta y te ves obligado a comprar una talla mayor de pantalón. Cumplir años y ganar peso parece un binomio inseparable, incluso aunque tus hábitos alimenticios aún sean los mismos.
La batalla contra el aumento de peso es una lucha recurrente a medida que envejecemos. Una mala alimentación, el sedentarismo, cuestiones genéticas, factores sociales, los medicamentos o los desequilibrios hormonales son algunos de sus principales desencadenantes. Para poder actuar en su contra y que no resulte tan frustrante, debemos conocer los puntos clave de por qué se produce.
Disminución de los niveles hormonales
Quizás no debemos asociar de forma directa el hacerse mayor como un factor causal de engordar, sino a que con el paso de los años hay una disminución de los niveles hormonales generales (el estrógeno, la progesterona, los andrógenos y la hormona de crecimiento) que resultan esenciales para el mantenimiento de la masa muscular, afirma la Dra. Teresa Lajo, endocrinóloga de la clínica de medicina integral Nuosalud y autora del blog drateresalajo.es.
De hecho, ya a los 30, estos niveles comienzan a caer de forma constante, de manera que con 65 se encuentran por debajo de los límites inferiores de la normalidad para los individuos jóvenes y sanos.
La mayor parte de los cambios de composición corporal que se producen con el envejecimiento están relacionados con la hormona del crecimiento, como la reducción de la fuerza y de la masa muscular, aumento de la grasa abdominal o “barriga”, trastornos del sueño y depresión.
La inactividad física y la pérdida de músculo
¿Quién no sueña con tener la energía o la actividad de un niño o un adolescente? Fuentes inagotables de energía que, según pasa el tiempo, se van apagando y dan paso a una vida mucho más sedentaria ya que, por razones de trabajo o estilo de vida, pasamos mucho más tiempo sentados.
Es otra de las causas responsables de que la báscula nos de peores resultados y acumulemos más calorías en vez de transformarlas en energía.
A partir de los 30 los niveles generales de hormonas empiezan a caer de forma constante”
Problema que se ve agravado por la pérdida de músculo: se pierde de un tres a un 5% de la masa muscular cada década después de los 30, una condición conocida como sarcopenia.
Además, según la Dra. Lajo, esto suele ir unido a patologías degenerativas como la artrosis o la osteoporosis que también impiden hacer deporte. “Un descenso en el ejercicio físico también nos lleva a la disminución del metabolismo basal. Es decir, las calorías que gastamos en reposo”.
Mayor estrés e insomnio
No sólo la energía es algo envidiable en los niños, también lo es su falta de responsabilidades. A medida que nos hacemos mayores, estas aumentan y nos provocan mayor tensión y ansiedad.
El estrés es uno de los grandes males de nuestro siglo, que incluso puede afectar a la capacidad del cuerpo para optimizar la forma en que procesa los nutrientes y alimentos. También, nos puede llevar a alimentarnos mal o comer en exceso a través de “atracones”.
La reducción de la fuerza y de la masa muscular, aumento de la grasa abdominal son problemas relacionados con la hormona del crecimiento”
A su vez, esta intranquilidad puede repercutir sobre nuestras horas de sueño y provocar insomnio, algo que también constituye otro factor asociado al aumento de grasa corporal.
Para la Dra. Lajo, la forma de paliar estos efectos es, como siempre, el sentido común. Es decir, llevar unos buenos hábitos alimentarios (disminuir la ingesta de grasa y azúcares y aumentar la de verduras, frutas y -en menor medida- proteínas de calidad), hacer más ejercicio físico (adaptado a la edad y condición), tener una “higiene del sueño” y, en muchas ocasiones, asumir que no podemos tener el mismo cuerpo ni la misma talla de pantalón que 25 años atrás….
Via lavanguardia.com
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