La mejor postura para dormir

sábado, 18 de octubre de 2014


    Una mala conciencia no es la única razón para no descansar, la posición que adoptamos al acostarnos puede revertir en nuestra salud, hacer que ronquemos menos o que nos despertemos más animados, e incluso atractivos

A algunos les ataca la pereza con el ladrido del despertador, para otros el avance del reloj no atenúa su insomnio, están los que se acuestan de día y los que se levantan cuando aún es de noche, los que caen rendidos al rozar la almohada... y así una interminable lista de hábitos para pernoctar que bien tendrían cabida en un anuncio de refresco de cola. Las rutinas a la hora de dormir se cuentan por miles, pero lo cierto es que en todos los casos se trata de la actividad que más tiempo ocupa -un tercio del día- y precisamente ese espacio, aunque inconsciente, puede condicionar el resto de la jornada. Cambiar nuestra forma de descansar puede volvernos más atractivos, eliminar dolores de espalda o hacer que gocemos de una jornada más feliz y relajada. ¿El truco? Una buena postura, porque pasar un tercio del día retorcidos, con un mal gesto o con las vértebras de la espalda encogidas puede revertir en nuestra propia salud.

"No existe una postura óptima universal, es más importante conocer las que pueden resultar perjudiciales y, a partir de ahí, encontrar la que se adecúe a nuestras necesidades y forma de descanso", explica Humberto Rico, Responsable del área de Fisioterapia de la escuela ISAN. Por lo que despertarnos como nuevos es cuestión de dedicar alguna noche al asunto.

Dormir como un niño. Posición fetal

Es la postura más extendida entre la población, más de un cuarenta por ciento de los seres humanos optan por esta posición al abrigo de las sábanas, y no es ninguna casualidad. "Es la colocación inicial por antonomasia, con la que partimos desde el útero", revela Rico. De esta forma se explica que sintamos una sensación de protección y relajación absolutas que inducen más fácilmente al sueño.

Además, minimiza los dolores lumbares y mantiene en buen estado nuestra espalda, ya que "es una posición neutral para la columna vertebral, que reposa sin ningún tipo de presión". Sin embargo, si tenemos alguna lesión o molestia en el hombro o la cadera esta puede agravarse si adoptamos esta fórmula de descanso. "En el caso de una mujer embarazada, debe reposar sobre el lado izquierdo, ya que de lo contrario, aumentaría la presión sobre la vena cava, situada en la parte derecha del cuerpo, y derivar en problemas de circulación a la par que aumentan los riesgos para el feto", apunta el fisioterapeuta.

Otro apunte: si su pareja está harta de sus ronquidos, muy fácilmente acabará rogándole que adopte esta postura, ya que facilita la respiración y reduce los 'conciertos nocturnos', además, esta postura evita los reflujos estomacales. La contrapartida, especialmente para los más presumidos, es que esta posición puede aumentar la aparición de las temidas arrugas, puesto que apoyamos gran parte del rostro sobre la almohada.

"En esta postura debemos evitar meter las manos bajo la almohada o la cabeza, de forma que las aplastemos, así evitamos la parestesia, esa sensación de hormigueo en manos y brazos que nos acompaña al despertar", advierte Humberto Rico. En esta línea, al adoptar una postura lateral, encontramos también la conocida como del "nóstálgico" o "misionero" -nada que ver con su homónimo sexual- muy parecida a la posición fetal pero con las piernas algo menos recogidas y los brazos completamente estirados por delante de la cara, como si quisiéramos alcanzar la mesilla opuesta. Aunque algo incómoda si no estamos acostumbrados -y solo apta para solteros con cama grande-, esta postura puede resultar muy beneficiosa para las extremidades y relaja por completo los músculos.

Boca abajo. Dolor y entumecimiento

Mala noticia para los que se tumban sobre el estómago para conciliar el sueño: los expertos desaconsejan de pleno esta postura. "Puede producirnos dolor cervical, dorsal y lumbar, ya que todas las articulaciones invertebrales se comprimen en exceso", destaca el fisioterapeuta. Pero además de dolor, entumecimiento y hormigueo para la columna vertebral, resulta nefasta para el metabolismo y puede derivar en dolores de estómago -al apoyar el peso sobre la tripa en plena digestión- así como producirnos reflujos indeseados durante la noche.

Como puntos positivos, destacar que reduce los ronquidos y está comprobado que quienes duermen en esta postura disfrutan de sueños más intensos y eróticos. Algo que muy seguramente se relacione con el hecho de apoyar directamente los genitales sobre el colchón. La contrapartida, ya saben, despertarse con el cuerpo entumecido como si en realidad hubiésemos disfrutado de una bacanal nocturna durante ocho horas. Advertidos quedan.

Boca arriba. La postura de la belleza

Muchos son los expertos que aconsejan dormir como un "tronco" -no solo en pro de la expresión sobre la profundidad del sueño- sino recostándonos sobre la espalda, con las piernas estiradas y los brazos completamente pegados al cuerpo. "Es una postura óptima para la espalda sana, aunque muy desaconsejable en el caso de padecer algún problema lumbar previo. Si este es nuestro caso, y no podemos conciliar el sueño en otra postura, es recomendable colocar una almohada bajo las rodillas para reducir el impacto", apunta Rico.

Más allá de la espalda, esta postura es la mejor si queremos conservar un rostro libre de arrugas y marcas de expresión, ya que nada impide a la piel transpirar correctamente y no se crean arrugas de expresión derivadas de un mal gesto al apoyar la cara sobre la almohada. Además, mantiene los pechos firmes y evita la flacidez, ahora uno se explica que Blancanieves esperase con su figura intacta y su tez de jovenzuela hasta la llegada del Príncipe Azul. Perfecta para los que quieren luchar contra el paso del tiempo.

Como contrapartida, es la postura que produce ronquidos más intensos, por lo que su deseo de piel pretérita puede derivar en las ojeras de su cónyuge.

Usted elige.

Consejos antes de ir a dormir

- Darse una ducha con agua caliente. El agua actúa como vasodilatadora, por lo que mejora la circulación y nos ayuda a relajarnos y descansar mejor.

- Evitar las cenas copiosas. Ni dejar que el hambre nos ataque a la noche y nos mantenga despiertos, ni darnos un atracón que dificulte la digestión y nos haga sentir pesados. En el medio está la virtud.

- Mantener una rutina. Acostarnos y levantarnos a la misma hora, aunque sea fin de semana, ayuda a despertarse con menos sensación de somnolencia. Podemos conseguir incluso, despertarnos unos minutos antes de que suene el despertador.

- No caer en "posponer alarma". Está comprobado que retrasar unos minutos más la alarma del despertador puede mantenernos cansados y adormilados durante toda la jornada, ya que esos pequeños lapsos interrumpen el ciclo del sueño.


Fuente www.elcorreo.com

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